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Cuidar el territorio que envejece: envejecimiento

demográfico y marginalidad territorial en Chile


Caring for the ageing territory: demographic ageing and territorial marginality in Chile

EÍDOS No19.

Revista Científica de Arquitectura y Urbanismo ISSN: 1390-5007

revistas.ute.edu.ec/index.php/eidos

1Giovanni Vecchio


1Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales, Pontificia Universidad Católica de Chile, Chile, giovanni.vecchio@uc.cl, ORCID: 0000-0002-5920-1507



Resumen:


El envejecimiento demográfico plantea importantes desafíos para el cuidado tanto de las personas como de los lugares donde viven, especialmente en el caso de los territorios que ya enfrentan procesos de marginalización. En países del Norte Global el envejecimiento demográfico es un proceso observado hace tiempo, que además se suma al declino demográfico que ya afecta las zonas marginales de diferentes países. Al contrario, el envejecimiento es un fenómeno emergente en diferentes países del Sur Global y especialmente de América Latina. A partir de estas premisas, el artículo propone analizar en qué medida el envejecimiento demográfico aporta a determinar una condición de marginalidad territorial también en un contexto del sur global. El análisis se concentra en el caso de Chile y se enfoca en datos censales a nivel nacional para detectar aquellas comunas con una alta presencia de población mayor y con una disminución del número de sus habitantes, comparándolas con las comunas que las políticas nacionales definen como rezagadas. El caso de Chile, país desigual y con dinámicas emergentes de envejecimiento demográfico, permite analizar en qué medida la presencia de una población cada vez más anciana se relaciona con condiciones preexistentes de marginalidad territorial. Envejecimiento y declino demográfico dan cuenta de una geografía de la marginalidad que complementa y expande las definiciones tradicionales de las políticas, planteando nuevos desafíos para el cuidado de territorios y poblaciones marginales.


Palabras claves: Chile; envejecimiento demográfico; marginalidad territorial; zonas rezagadas.


Abstract:


Demographic ageing poses important challenges for the care of people and the places where they live, especially in the case of territories that are already experiencing processes of marginalisation. In countries of the Global North, demographic ageing is a process that has been observed for some time, in addition to the demographic decline that is already affecting marginalised areas in different countries. On the contrary, ageing is an emerging phenomenon in different countries of the Global South and especially in Latin America. Based on these premises, the article proposes to analyse the extent to which demographic ageing contributes to determining a condition of territorial marginality also in the context of the Global South. The analysis concentrates on the case of Chile and focuses on census data at the national level to detect those communes with a high presence of older people and a decrease in the number of inhabitants, comparing them with the communes that national policies define as lagging. The case of Chile, an unequal country with emerging dynamics of demographic ageing, allows us to analyse to what extent the presence of an increasingly older population is related to pre- existing conditions of territorial marginality. Ageing and demographic decline account for a geography of marginality that complements and expands traditional policy definitions, posing new challenges for the care of marginal territories and populations.


Keywords: Chile; demographic ageing; territorial marginality; lagging zones.


Recepción: 17, 03, 2022 - Aceptación: 20, 05, 2022 - Publicado: 01, 06, 2022 3

  1. INTRODUCCIÓN


    El envejecimiento es un fenómeno importante que afecta cada vez más al sur global. Hoy en día, las personas mayores corresponden al 10 % de la población mundial, y el envejecimiento afecta principalmente a los países del norte global (United Nations, 2019): por ejemplo, en 2019, las personas mayores eran el

    23.1 % de la población europea, mientras que en América Latina y el Caribe solo representaban el 10 % de la población total. No obstante, se proyecta que en las próximas décadas estas proporciones cambien de forma drástica. Mientras se espera que Europa se consolide como un continente envejecido ya en las próximas décadas (las personas mayores serán el

    39.2 % de la población en 2050 y el 43.7

    % en 2100), las previsiones demográficas indican que América Latina experimentará un proceso de envejecimiento aún más rápido: la población anciana ascenderá al

    23.4 % en 2050 y, a finales de siglo, llegará al 45.6 % de la población latinoamericana, es decir, tendrá más de 65 años (United Nations, 2019). Estas impresionantes tendencias demográficas confirman, por tanto, que en las próximas décadas el envejecimiento supondrá un importante reto también fuera del norte global.


    El envejecimiento tiene importantes implicaciones socioespaciales para el desarrollo de las ciudades y regiones que, sin embargo, parecen haber recibido menos atención en los países del sur global. Por ejemplo, en América Latina se ha prestado más atención a temas como la esperanza de vida o las pensiones (Bilal et al., 2019; Jeong, 2013; Rotarou y Sakellariou, 2019), en comparación con las dimensiones espaciales del envejecimiento (Sánchez González, 2015). Estas implican principalmente la necesidad de adaptar los entornos existentes a una población cada vez más envejecida y con necesidades diferentes, en términos de oportunidades valoradas, recursos disponibles y grados de autonomía personal (Boldy et al., 2011; Chui, 2008; Costa-Font et al., 2009). Sin embargo, otra dimensión crucial es el impacto en las tendencias demográficas generales y sus consecuencias para el desarrollo territorial. Aunque el envejecimiento se asocia a menudo (y erróneamente) con el descenso de la población (Jarzebski et al., 2021), la

    creciente presencia de personas mayores puede observarse en lugares con un número de habitantes, tanto decreciente como creciente, ya sean regiones en retroceso o zonas que atraen a los jubilados. En ambos casos, los efectos sobre los patrones de desarrollo, la autonomía fiscal y la calidad de vida general de un determinado lugar son significativos, determinando diferentes “futuros urbanos” y haciendo del envejecimiento una posible causa de vulnerabilidad territorial (McCann, 2017). Las tendencias demográficas emergentes determinan nuevas necesidades y oportunidades para una población cambiante, levantando importantes desafíos en términos de cuidado: por un lado, requieren adaptar espacios y servicios que a menudo son hostiles para las personas mayores (Herrmann-Lunecke et al., 2021); por el otro, plantean desafíos que instituciones con diferentes recursos y capacidades pueden abordar de manera desigual (Vecchio, Tiznado-Aitken, et al., 2021).


    Así, los efectos socioespaciales del envejecimiento podrían ser más fuertes en zonas que ya se están estancando y perdiendo habitantes, pareciendo marginales. En América Latina, las zonas urbanas concentran no solo la mayor parte de la población, sino también la riqueza, especialmente en el caso de las economías extractivas. Si bien las áreas periféricas proveen recursos, el valor que generan es capturado por unas pocas ciudades que actúan como puertas de entrada a la economía global (Atienza et al., 2021). Por lo tanto, la concentración combinada de habitantes y recursos determina importantes formas de desigualdad territorial y puede configurar fácilmente las áreas no urbanas como “lugares que no importan” (Rodríguez-Pose, 2018). Teniendo en cuenta el impacto futuro que el envejecimiento tendrá también en las poblaciones latinoamericanas, sería relevante considerar si, junto con la concentración de riqueza y habitantes, también el envejecimiento actúa como un factor adicional que determina la marginalidad de un determinado territorio.


    Aunque la marginalidad territorial es un concepto difuso que ha recibido definiciones muy diversas (Moscarelli, 2021), la mayoría de las definiciones no

    parecen tener en cuenta la dinámica del envejecimiento a la hora de definir un territorio como marginal. En general, la relación entre un centro y su periferia define qué zonas son marginales: aquellos lugares que están alejados de un centro geográfico, tanto en términos espaciales como funcionales, se consideran marginales por ser distantes, dependientes y diferentes del centro (Ferrão y Lopes, 2004). Incluso desde una perspectiva regional, dicha distancia no se refiere simplemente a una dimensión espacial, sino que también implica la participación en la dinámica social y económica de un espacio determinado. Si un territorio está alejado de un centro y no comparte sus características sociales, económicas e institucionales, puede considerarse marginal (Copus, 2001). Así pues, las definiciones actuales de marginalidad territorial tienden a centrarse en la ubicación de un lugar específico y su participación en la dinámica socioeconómica en curso, pero no parecen abordar directamente ninguna dimensión demográfica.


    Por el contrario, pueden observarse tendencias demográficas adversas en zonas ya definidas como marginales sobre la base de otros criterios, como la proximidad espacial y el acceso a las oportunidades básicas. Este es, por ejemplo, el caso de Italia, un país en el que las estrategias nacionales definen las zonas marginales en función de su (falta de) acceso a la sanidad, la educación y la movilidad: los elementos que identifican esa “periferia institucional” son, pues, principalmente características espaciales, aunque las zonas marginales resultantes tengan en común tendencias como el decrecimiento de la población y el creciente envejecimiento (Vendemmia et al., 2021). No obstante, el envejecimiento no es simplemente una característica que se encuentra en zonas que ya son marginales per se, sino que es un fenómeno que puede afectar de manera diferente al desarrollo de un lugar específico. Como analiza McCann (2017) en relación con diferentes futuros urbanos, el envejecimiento de la población puede tener diferentes consecuencias en el desarrollo de un lugar específico. Un lugar que envejece puede tener una población creciente, como en el caso de las zonas costeras o rurales que se convierten

    en destinos de formas específicas de migración por amenidades (Gosnell y Abrams, 2011): en este caso, el impacto del envejecimiento puede ser positivo para el desarrollo económico local. En cambio, en los lugares que pierden habitantes y en los que la población restante es cada vez más vieja, pueden observarse diferencias entre los lugares urbanos, antiguamente industriales, y las zonas remotas. En estos dos casos, pueden ser diferentes las implicaciones sobre el desarrollo local y las estrategias para contrastar los efectos adversos de dichas tendencias demográficas, como demuestran las diferentes estrategias desplegadas para las zonas en declive (Haase et al., 2016) y las periferias interiores (De Toni et al., 2021). El diferente impacto que el envejecimiento puede tener en un entorno territorial sugiere que una población cada vez más envejecida no se observa necesariamente en contextos que son marginales por definición. Por el contrario, el envejecimiento puede convertir un determinado territorio en marginal o, en determinadas circunstancias, evitar tales condiciones.


    A partir de estas premisas, este trabajo propone investigar si las tendencias demográficas del envejecimiento también contribuyen a determinar una condición de marginalidad territorial en un escenario del sur global. El análisis se centra en Chile, un país latinoamericano que representa bien algunas de las cuestiones relacionadas con el envejecimiento, la marginalidad y la desigualdad territorial: es un país que envejece rápidamente, con la mayor presencia de habitantes de edad avanzada en la región (actualmente el 10.6 % de la población, mientras que para 2050 se espera que un tercio de los habitantes chilenos tenga más de 65 años; United Nations, 2019); es un país altamente desigual, donde las actividades económicas y la riqueza muestran altos niveles de concentración espacial (Aroca et al., 2018; Badia-Miró, 2020); y es un país propenso a la presencia de territorios marginales, debido no solo a su peculiar geografía sino también a la fuerte centralización institucional (Orellana et al., 2016). El trabajo se centra en los municipios en los que los procesos de envejecimiento están teniendo una mayor incidencia con el propósito de determinar

    cuáles áreas están actualmente más expuestas al envejecimiento y en qué medida estas corresponden a zonas que las políticas nacionales definen como marginales. Nuestra hipótesis es que el envejecimiento define una geografía de la marginalidad diferente en comparación con las definiciones oficiales, evidenciando desafíos emergentes para la planificación y el cuidado de estos nuevos territorios marginales.


  2. ENVEJECIMIENTO DEMOGRÁFICO EN CHILE, PAÍS DESIGUAL Y CENTRALISTA


    La marginalidad territorial es solo parcialmente una prioridad política en Chile, aunque varias características del país —geográficas, económicas y sociopolíticas— contribuyen a determinar una condición marginal para varias zonas del país. En primer lugar, la geografía de Chile es desfavorable, o incluso “loca”, según un ensayista chileno (Subercaseaux, 2005). Las regiones del norte del país se caracterizan por ser desérticas, mientras que las del sur tienen un clima frío y están fragmentadas en varias islas, lo que aumenta su aislamiento. Como resultado, en un país que tiene 4270 km de longitud, el 90 % de su población vive en las ciudades y, especialmente, en la Región Metropolitana, que incluye la capital, Santiago: aunque la zona cubre solo el 2 % del territorio chileno, el 40 % de la población nacional vive allí (INE, 2018). Además, el Gobierno de Chile ha sido tradicionalmente centralista, resistiendo a procesos de descentralización y, especialmente, al traspaso de atribuciones a los gobiernos regionales y locales (Orellana et al., 2016).


    Las actividades económicas reflejan dicha actitud centralista, mostrando mecanismos extractivos que favorecen a la capital y no benefician a los territorios donde se realizan estas diferentes actividades como la minería, la silvicultura y los cultivos intensivos (Atienza et al., 2021). Como consecuencia, las relevantes desigualdades socioeconómicas del país (Agostini y Brown, 2007) se hacen aún más fuertes en los territorios no metropolitanos, dando lugar a diversos conflictos socioterritoriales (Delamaza et al., 2017). Las características geográficas, económicas y políticas de Chile han

    contribuido así a marginar vastas zonas del país, determinando importantes formas de desigualdad territorial que las inversiones públicas no han podido abordar eficazmente (Orellana et al., 2021).


    En un país donde las disparidades territoriales son un importante problema público, el envejecimiento podría convertirse en un determinante adicional de la marginalidad. La proporción de personas mayores en los países latinoamericanos está aumentando (Gietel-Basten et al., 2020). Esta tendencia es aún más intensa en Chile, donde el 11.9 % de la población tiene más de 60 años en 2020, y se estima que una proporción del 33 % será mayor de 60 años en 2050 (Naciones Unidas, 2017). Aquí, las políticas neoliberales que han caracterizado al país en las últimas décadas determinan que la provisión de servicios públicos de bienestar sea escasa en términos de calidad y disponibilidad (Jeong, 2013; Kurtz, 2002; Wigell, 2017), afectando en especial la calidad de vida de las personas mayores y configurando el envejecimiento como un elemento adicional de fragilidad. Como resultado, las pensiones se convirtieron en uno de los elementos más mencionados durante las protestas de 2019 del estallido social de Chile y uno de los temas de bienestar social más debatidos durante la pandemia de COVID-19 (Heiss, 2020).


    La presencia de un grupo frágil como el de las personas mayores puede afectar principalmente a las zonas rurales, donde predominan (INE, 2018). Sin embargo, su presencia parece tener un efecto diferente de acuerdo con los lugares que se tengan en cuenta (McCann, 2017): los lugares costeros o lacustres que experimentan formas de migración interna impulsada por la amenidad pueden beneficiarse de una población cada vez más envejecida (Vecchio, Castillo, et al., en publicación), mientras que otros lugares pueden tener una población cada vez más envejecida debido a la migración interna de los habitantes más jóvenes (Rodríguez Vignoli, 2019). El envejecimiento aparece, así como un fenómeno potencialmente importante y parcialmente ignorado que podría afectar aún más el desarrollo de territorios que en Chile ya experimentan formas significativas de marginalidad.

    No obstante, la política existente en materia de marginalidad territorial no considera el envejecimiento como un posible problema. En particular, la política de convergencia de Chile define las “zonas rezagadas” según dos criterios: el aislamiento y las brechas sociales. El aislamiento se refiere a las localidades “que tienen dificultades de accesibilidad y conectividad física, poseen muy baja densidad de población, presentan dispersión en la distribución territorial de sus habitantes, y muestran baja presencia y cobertura de servicios básicos y públicos, según la relación existente entre los componentes de aislamiento estructural y grado de integración” (Ministerio del Interior y de Seguridad Pública, 2018). Las brechas sociales en cambio representan “la distancia entre la pobreza comunal y la pobreza regional, que se entiende como la diferencia entre la tasa de pobreza por ingresos y la tasa de pobreza multidimensional promedio de cada comuna, y el promedio regional de ambas tasas” (Ministerio del Interior y de Seguridad Pública, 2018).


    Otras políticas nacionales, referidas más genéricamente a las zonas rurales (Subsecretaria de Desarrollo Regional, 2021), mencionan rápidamente a las personas mayores como un grupo que merece “atención prioritaria” — junto con las mujeres, los jóvenes, los indígenas, las personas con discapacidad y los migrantes— (Subsecretaria de Desarrollo Regional, 2020). Incluso a escala local, los planes de desarrollo local (PlaDeCo) de los municipios rurales no mencionan el envejecimiento como un desafío a abordar, centrándose en cambio en otros temas relevantes como la vulnerabilidad, la equidad social y la vivienda (Orellana-Ossandon et al., 2020). En síntesis, Chile presenta importantes problemas de marginalidad territorial, y el envejecimiento es una condición potencialmente más frágil que en otros países; sin embargo, estos dos temas —que forman parte del debate político nacional— no parecen dialogar entre sí. Tras la introducción aparecerán las partes principales del artículo (títulos y subtítulos necesarios), que deben seguir un orden lógico y claro de los aspectos relevantes.

  3. METODOLOGÍA


    Para examinar si las tendencias demográficas del envejecimiento contribuyen a determinar una condición de marginalidad territorial también en Chile, el artículo se basa en un análisis descriptivo de los datos del último censo nacional de población (INE, 2018) y del último censo anterior válido (INE, 2003), referidos a las 345 municipalidades del país.


    El primer paso es la detección de los municipios que están enfrentando un proceso de envejecimiento. A este propósito, se analizan los datos censales a nivel comunal para seleccionar los municipios en los que la población de edad avanzada está por encima de la media nacional (11.4

    %), calculando la relación entre población mayor de 65 años y población total en cada municipalidad. Dentro de este primer grupo, se pasa a seleccionar los municipios que además han ido perdiendo habitantes en los últimos años (comparando el censo de 2002 y con el de 2017). Las municipalidades seleccionadas a través de esos dos filtros son las que potencialmente están enfrentando un declive demográfico.


    El segundo paso es el mapeo de las municipalidades así definidas. A este propósito, se georeferencian los resultados obtenidos, vinculando la información censal a la escala comunal a un mapa de las municipalidades de Chile. Este paso permite observar la distribución de las municipalidades que envejecen.


    Finalmente, el tercer paso consiste en la comparación entre los municipios individuados y las áreas que en las políticas nacionales son definidas como rezagadas. Las zonas rezagadas o aisladas son zonas marginales para las que se considera prioritario promover específicas estrategias de desarrollo. El análisis mapea las municipalidades definidas como rezagadas y considera cuántas de ellas pertenecen al grupo de municipalidades “que envejecen” definido anteriormente.


  4. RESULTADOS Y DISCUSIÓN


    En Chile, las definiciones actuales de zonas aisladas o rezagadas no abarcan la mayoría de los municipios donde el

    envejecimiento puede determinar una condición de marginalidad. Examinando los datos censales de los 345 municipios chilenos, la mayoría de ellos (221) presenta actualmente un número de personas mayores superior a la media nacional. Se trata de lugares muy diferentes, desde pueblos aislados hasta municipios del área metropolitana de Santiago. Sin embargo, la mayoría de las municipalidades ha registrado un aumento de su población. El análisis muestra entonces cuatro categorías de comunas (figura 1): las comunas con una población que disminuye y es más joven del promedio nacional son una minoría (11 en total); las comunas con una población más joven y en aumento son 113, un tercio del total nacional; las comunas con una presencia de población mayor más alta que el promedio nacional son 151, llegando a ser el 43 % del total nacional; y finalmente, solo 70 comunas experimentan pérdida de población y una alta presencia de población anciana.


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    Figura 1. Variación y envejecimiento de la población en las comunas de Chile. Fuente: elaboración propia sobre datos INE


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    Figura 2. Comunas que envejecen y rezagadas en Chile. Fuente: elaboración propia

    En este último grupo, 48 son comunas pequeñas y rurales (con menos de 25 000 habitantes; aquí se excluyen las comunas con más habitantes y las que no son rurales, según Berdegué et al., 2010). Estos lugares muestran algunas diferencias en relación con la intensidad de su declive demográfico. Algunas comunas muestran una condición de relativa estabilidad de su población en 15 años (-0.6 %, Hualañe), mientras que otros muestran una pérdida más intensa de habitantes (-15.8 %, en Lumaco). En cuanto al envejecimiento, la presencia de personas mayores oscila entre valores ligeramente superiores a la media nacional (12.3 %, en Futrono) y una presencia más relevante (20.5 %, en Curepto). Es interesante notar que las comunas con mayor presencia de personas mayores no son los lugares que han perdido más habitantes y viceversa. La individuación de las comunas pone de manifiesto, por tanto, que el 14 % de las comunas chilenas está experimentando actualmente tendencias demográficas que pueden definir una potencial condición de marginalidad territorial.


    Los patrones de marginalidad asociados al envejecimiento muestran algunas diferencias con las comunas que las políticas nacionales chilenas identifican como zonas de rezago (figura 1). La Subsecretaría de Desarrollo Regional de Chile identifica actualmente 66 comunas como zonas de rezago, en función de su aislamiento y carencias sociales. Sin embargo, solo 23 de las comunas “que envejecen” pertenecen actualmente a zonas de rezago. Las principales coincidencias se observan en las regiones rurales del Maule y La Araucanía, mientras que en otras zonas hay una correspondencia parcial: las comunas que envejecen forman parte de zonas de rezago más amplias, o bien definen clusters autónomos. Además, las zonas de rezago también incluyen comunas de las regiones extremas del norte y del sur de Chile. Por lo tanto, las comunas que envejecen en Chile definen una geografía de la marginalidad que es potencialmente diferente a la de las zonas rezagadas: en algunos casos, el declive demográfico se suma a una condición ya reconocida de marginalidad socioespacial; en otros, la población restante cada vez más envejecida puede

    determinar una situación de fragilidad a pesar de la buena conectividad física y las condiciones socioeconómicas favorables de los habitantes locales.


    Considerando las actuales tendencias demográficas de Chile, el envejecimiento aparece como una condición de potencial marginalidad territorial. En un país que envejece lenta pero crecientemente, el aumento del número de habitantes envejecidos y la pérdida de población afectan principalmente a las zonas rurales. Se trata de lugares que podrían definirse potencialmente como marginales en función de la proximidad espacial y de las condiciones socioeconómicas. Los lugares seleccionados se encuentran particularmente en las regiones del centro y del sur de Chile, excluyendo las zonas más extremas del país. Estos lugares parecen ser marginales desde una perspectiva espacial, considerando que a menudo están alejados de las áreas metropolitanas y del principal corredor longitudinal que conecta a Chile de norte a sur.


    Además, también están excluidos de los principales procesos socioeconómicos del país, que fuera de las principales áreas metropolitanas están referidos a la presencia de industrias extractivas; como resultado, importantes flujos de inmigración interna se originan en estas regiones. Cabe destacar que ninguna de las comunas examinadas presenta más del 30 % de habitantes de edad avanzada, valor que —basado en otros escenarios de declive (Golini et al., 2000)— puede ser considerado como el umbral que determina la posible extinción de una comunidad. A partir de estos elementos, en el caso de Chile, el envejecimiento parece reforzar las tendencias de marginación territorial ya existentes, en lugar de determinar nuevas trayectorias de desarrollo. Además, las tendencias demográficas actuales definen el envejecimiento como una cuestión emergente más que como una condición estructural de las zonas marginales.


    El envejecimiento define una geografía de la marginalidad territorial diferente de la institucional. Las definiciones institucionales, de hecho, se

    basan en criterios tradicionales, centrados en la proximidad espacial y la privación social (Ferrão y Lopes, 2004; Moscarelli, 2021). Además, las definiciones más recientes parecen privilegiar esta última dimensión: un documento de 2021 define las comunas que podrían ser definidas como zonas de rezago centrándose en su condición socioeconómica, lo que lleva a los resultados contradictorios de tener tanto a los pueblos rurales como a las grandes ciudades del país (como Valparaíso) dentro de la misma categoría (Subsecretaría de Desarrollo Regional, 2021).


    En consecuencia, las comunas donde el envejecimiento es un determinante más de la marginalidad solo se corresponden parcialmente con las definiciones institucionales de zonas de rezago. Lo que es más interesante, las comunas envejecidas en algunos casos ampliarían las agrupaciones existentes de territorios rezagados. Teniendo en cuenta el impacto potencial de las tendencias demográficas en los lugares que ya se han quedado atrás (McCann, 2017), sería pertinente incluir el envejecimiento y otras dinámicas demográficas a la hora de definir los territorios marginales, en lugar de considerar el envejecimiento simplemente como un elemento que caracteriza a las zonas que son marginales per se.


  5. CONCLUSIONES


    Este análisis exploratorio se centró en las tendencias demográficas de envejecimiento en curso en Chile para considerar si estas contribuyen a determinar una condición de marginalidad territorial también en un entorno del sur global. Los resultados muestran que pueden observarse formas de disminución de la población tanto en contextos ya definidos como marginales en las políticas nacionales como en áreas que aún no están definidas como tales. Por tanto, el envejecimiento parece definir una geografía alternativa de la marginalidad, complementando y ampliando así las definiciones oficiales de zonas rezagadas. El análisis propuesto muestra así que, en consonancia con los entornos periféricos de los contextos del norte global (por ejemplo, en Europa), las zonas que están disminuyendo en términos de población

    son también marginales desde una perspectiva espacial y socioeconómica, al menos en el caso de Chile. El hallazgo puede ser un primer paso hacia una aproximación más sistemática a la definición de áreas marginales en contextos del sur global, donde las periferias territoriales han sido ampliamente examinadas en relación con esquemas institucionales centralizados, intensos procesos de urbanización y economías extractivistas: el envejecimiento, una cuestión emergente que en las próximas décadas afectará a la mayoría de los países latinoamericanos, puede emerger como un elemento adicional que determina la marginalidad territorial. Se requieren más análisis para definir con mayor precisión cuáles son estos territorios marginales y las capacidades de sus instituciones para enfrentar tales condiciones. Incluso si el envejecimiento no aparece como un fenómeno que determine la marginalidad per se, es crucial considerar el impacto adicional que podría generar en los lugares que ya están siendo dejados atrás.


  6. REFERENCIAS


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