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EÍDOS 20
2022
Pues, el trabajo etnográco, que
reexiona sobre cómo redenir la acción
participativa, ha aparecido en las artes
visuales hacia encuentros cada vez más
localizados, sociales y políticos. Con
más artistas viajando y participando en
residencias,2 el arte y la etnografía se han
vuelto “compañeros de cama” (Hjorth,
2014, pp.128-129. Traducción propia).
Así, el artista, puede asumir un papel
de mediador, en el equilibrio entre la
autoría y la expresión individual versus la
interpelación y traducción de las voces
de los involucrados; de esta manera “la
mediación es un proceso que nos permite
obtener traducciones más ricas y completas
de la experiencia corporal y la materialidad
que se localizan, multi-texturizadas,
reexivas, sensoriales y polisémicas” (Pink,
2008, p. 192. Traducción propia).
Este tipo de énfasis, en el impacto
social del arte es típico de las prácticas
artísticas contemporáneas que cambian
la estructura de exhibición convencional
y las convenciones, para volverse un
espacio creativo de producción más
abierto a transformaciones discursivas
e interacciones productivas. El arte, en
este contexto, se vuelve un “proceso
activo” (Hjorth, 2014, p. 133. Traducción
propia). Elhaik y Marcus (2012, p. 103),
por ejemplo, proponen una mirada sobre
el lugar tanto físico, cuanto simbólico, del
arte como un “espacio y una oportunidad
para el surgimiento de eventos diseñados
para la presentación y deliberación,
donde los sujetos y los etnógrafos
desarrollen un pensamiento colectivo,
cuando no colaborativo, sobre un proyecto
etnográco en proceso”.
Se presentarán, para ello, cuatro
casos de estudio, respectivamente: tres
colectivos de Quito que trabajan el vínculo
entre arte, comunidad y sus prácticas en el
territorio; además de un ejemplo de uso de
la estética cómo generadora de diálogo y
reexión, a través de un proyecto llevado a
cabo en Inglaterra, bajo la perspectiva del
análisis teórico-metodológico de Margaret
Meban (2009). Los primeros se enfocan en
el medio o canal, que se puede generar a
partir de los espacios y colectivos del arte;
los segundos, ponen el foco en el método.
Esto, con la nalidad de exponer posturas
adoptadas localmente e internacionalmente,
desde el campo del arte-contemporáneo,
que articulan el diálogo y la estética
de las prácticas artísticas socialmente
comprometidas, para ilustrar y examinar las
dimensiones que se pueden abarcar por
medio de ejemplos prácticos.
Para empezar, se presenta el
caso de dos colectivos quiteños con los
cuales se ha tenido el gusto de coincidir
en los años 2018-2019, respectivamente
al zur-ich y el No Lugar,3 y aprender de
sus experiencias y reexiones. Ambos
comparten valores y posturas respeto de
las prácticas artísticas, en su relación con
la acción social y el territorio, además de
haber tenido conexiones y colaboraciones
esporádicas, entre ellos, en el curso del
tiempo. Tanto No Lugar, como al zur-ich
son proyectos que nacen desde la voluntad
de un grupo de amigos y compañeros,
que, una vez graduados de la universidad
en carreras de arte, respectivamente la
Universidad Católica en el año 2010 los
fundadores de No Lugar y la Universidad
Central en el año 2003 los fundadores de
al zur-ich, buscan espacios y circuitos
alternativos a los institucionales para la
creación y difusión del arte; además de
interrogarse sobre el que hacer artístico.
Al zur-ich se compromete a
repensar el lugar del arte en sus iniciativas,
la diversidad y las posibilidades ancladas
a las prácticas artísticas; se propone
encaminar una reexión propia hacia lo
que signica el arte, problematizando su
función, valor y consumo en las prácticas
contemporáneas; además de, proporcionar
una relectura que posicione otras formas
de hacer y entender los procesos de
construcción artística. (Almeda, 2018,
p.21). No Lugar es una galería de arte
contemporáneo que hoy en día busca
conformar espacios alternativos para la
producción y difusión artística; después
de un recorrido de diferentes sedes
(Guápulo, la Floresta, Centro Histórico)
actualmente la galería se encuentra en La
Tola, en el CHQ. Ambos colectivos, entre
sus prácticas, han adoptado el proyecto
de residencia, el cual brinda un método
que se quiere profundizar.
2 La residencia es un formato brindado desde espacios
del arte, que permite a artistas locales o extranjeros de
vivir una experiencia de inmersión en el territorio.
3 Se puede consultar el trabajo de los dos colectivos en
los siguientes links: https://alzurich.com https://nolugar.
org
ISSN:1390-5007 QUATTRONE, G. - Una reexión sobre prácticas artísticas, identidad y territorio en la intervención del espacio público en el Centro Histórico de Quito. pp. 29-38