TSAFIQUI | Revista Científica en Ciencias Sociales  
Nº 16, 2021 | ISSN 1390-5341 - eISSN 2602-8069 | Universidad UTE  
www.revistas.ute.edu.ec/index.php/tsafiqui/index  
El Movimiento de los No Alineados (MNOAL)  
como foro y brújula de las relaciones  
internacionales del Ecuador  
The Non-Aligned Movement (NAM) as a forum  
and compass for Ecuador’s international relations  
https://doi.org/10.29019/tsafiqui.v12i16.884  
Jorge Gonzalo Fabara Espín  
RESUMEN  
Este documento aborda la dinámica de la relación e influencia del llamado Movimiento de No Alineación (MNOAL) respecto  
a la política exterior del Ecuador. Partimos de la historia del no alineamiento como respuesta conjunta de un grupo de naciones  
consideradas periféricas en el marco de la segunda posguerra y del proceso de descolonización, a través del cual varios países de  
reciente independencia intentaron establecer una tercera vía de desarrollo autodeterminado sin comprometerse con ninguno de  
los dos bloques hegemónicos de la época. En segundo lugar, se muestran y analizan las razones que tuvo el Ecuador para ingresar al  
MNOAL y las características de la agenda que el país ha tenido dentro del mismo desde su ingreso. En un tercer momento se realiza  
un análisis del programa constitucional de relaciones internacionales del Ecuador a la luz de los objetivos internacionales abrazados  
por el MNOAL. Se muestra cómo este movimiento internacional de coordinación política representó un avance fundamental para  
la convivencia pacífica de los pueblos que, desde la realidad de países cohesionados de menor importancia relativa, ha mantenido  
vigencia al constituirse en la segunda mayor organización de Estados del mundo y, pese a sus contradicciones, abanderar de forma  
sostenida una agenda idealista para el multilateralismo. Asimismo, el documento evidencia que, para el Ecuador, el MNOAL se  
constituyó en un foro amplificador de sus intereses a escala global, mejorando su visibilidad y capacidad de negociación. Finalmente,  
muestra la paulatina constitucionalización del no alineamiento en el programa de relaciones internacionales del Ecuador.  
ABSTRACT  
is paper addresses the dynamics of the relationship and influence of the so-called Non-Alignment Movement (NAM) with  
respect to Ecuador’s foreign policy. We start from the history of non-alignment as a joint response of a group of nations considered  
peripheral in the framework of the second post-war period and the decolonization process, through which these newly independent  
countries tried to establish a third way of self-determined development without committing themselves to either of the two hege-  
monic blocs of the time. en, the reasons Ecuador had for joining the NAM and the characteristics of the agenda that the country  
has had within the NAM since its entry are shown and analyzed. e third section compares Ecuador’s constitutional program of  
international relations with objectives embraced by the NAM. e document shows how this international movement for policy  
coordination represented a fundamental advance for the peaceful coexistence which, from the reality of cohesive countries of re-  
lative minor importance, has remained in force by becoming the second largest organization of states in the world and, despite its  
contradictions, has consistently championed an idealistic agenda for multilateralism. e document also shows that, for Ecuador,  
the NAM has become a forum for amplifying its interests on a global scale, improving its visibility, and negotiating capacity. Finally,  
the document shows the gradual constitutionalization of non-alignment goals in Ecuador’s international relations program.  
PALABRAS CLAVE | KEYWORDS 119-128  
No alineamiento, descolonización, Ecuador, constitución, multipolaridad, relaciones internacionales  
Non-alignment, decolonization, Ecuador, constitution, multipolarity, international relations  
Recibido: 06/04/21 - Aceptado: 25/05/21 - Publicado: 01/06/21 | Páginas: 119-128  
INTRODUCCIÓN: ALTERNATIVA A UN MUNDO BIPOLARIZADO  
120  
Durante buena parte de la historia moderna, el mundo ha estado sujeto a vivir bajo las hostilidades y dominio  
de las naciones más fuertes. Estas potencias que por varias razones sentían no caber dentro de sus límites geográfi-  
cos originarios, marcaron con sus proyectos expansivos un péndulo del que las naciones pequeñas —y otras no tan  
pequeñas— eran meras espectadores y, en buena parte del tiempo, también se veían afectadas. Por siglos, el sistema  
westfaliano de equilibrio de poder entre las grandes potencias europeas sirvió como un mecanismo de explicación y  
gestión de estas tensiones; pese a ello, por su lógica de suma cero, tuvo implicaciones en términos de la necesidad (o  
imposición) de gravitar hacia alianzas programáticas y militares profundas para parte del resto del mundo.  
No obstante, tras las dos grandes guerras del siglo XX, con la victoria de los aliados sobre el eje, ese mundo  
desembocó en un período de polarización radical en el cual dos superpotencias, Estados Unidos (EE. UU.) y la  
Unión Soviética (URSS), con capacidades bélicas y tecnológicas nunca vistas, se disputaban la hegemonía global  
1
en una conflagración no declarada que, no obstante, mereció ser llamada como Guerra Fría. Este período histó-  
rico va desde aproximadamente 1947, momento en que se dejaron los esfuerzos de hacer una gestión conjunta de  
los espacios ocupados y en el cual, por el contrario, las dos pasaron a repartirse espacios de influencia entre ambas  
superpotencias; un acuerdo de reparto mundial de estos gigantes que implicaba no solo la influencia directa de  
sus culturas sino también un de su control militar, político y económico en los demás territorios.  
Si bien, se entendió que esta batalla política concluyó con un vencedor, por la caída del muro de Berlín y el colap-  
so de la URSS en 1991, es destacable fijar la mirada en el rol disruptivo en este contexto maniqueo adoptó un grupo  
de naciones consideradas periféricas que, pese a ello, logró ser también un actor global. Nos referimos al Movimien-  
to de los No Alineados (MNOAL), conocido también por sus siglas en inglés NAM (Non-Aligned Movement) el  
que conforme su nombre en alemán también lo insinúa (Blockfreien-Bewegung), tuvo como premisa el deseo explí-  
cito de estos países de no pertenecer a ninguno de esos dos bloques y, por el contrario, avanzar a un camino diferente  
y propio. En tal sentido, este concepto que a primera vista podría parecer de la prehistoria, retoma importancia y  
actualidad en un mundo en que una nueva disputa entre dos súper potencias se avizora en el horizonte.  
METODOLOGÍA  
A través de la revisión bibliográfica especializada y de la normativa constitucional histórica del Ecuador, el  
presente documento abordará el proceso histórico de formación del MNOAL, principios, su programa y objeti-  
vos; así también, se tematizarán los esfuerzos que ha emprendido para adaptarse a las distintas etapas del conflic-  
to bipolar original y, más aún, evitar quedar relegado a otra reliquia periférica de la guerra fría tras su declarada  
finalización (Hobsbawm, 1998, p. 241). En paralelo, se expondrán también las críticas que el movimiento ha  
recibido durante su existencia. Como segundo punto, se hará una reseña del ingreso oficial del Ecuador en 1981  
al MNOAL y de la utilidad que ha revestido este espacio para la concreción de sus motivaciones originales de  
adhesión. Finalmente, se analizará también la influencia que ha tenido la agenda del MNOAL en el programa  
constitucionalizado de relaciones internacionales en Ecuador.  
DESARROLLO  
El proceso de descolonización  
Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y el nacimiento de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)  
con su llamado al fin del colonialismo, las viejas potencias europeas trataron de justificar sus imperios y su resis-  
tencia a los movimientos anticoloniales como parte de una respuesta general a la amenaza comunista (Martín  
1
Una denominación que se le atribuye al escritor George Orwell en su ensayo «You and the Atomic Bomb» (1945), publicado en el  
periódico e Tribune.  
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de la Escalera, 1955, p. 102). No obstante, con el paso del tiempo, se vieron obligadas a reconocer que la marea  
era irresistible. Sin perjuicio de aquello, al ir consiguiendo su independencia las otrora colonias en los años cin-  
cuenta y sesenta del siglo pasado, se dio por descontado que necesariamente unas seguirían el modelo ideológico  
occidental y otras el oriental.  
121  
En este sentido, si bien para algunos países era una elección de un proceso histórico político propio, muchas  
de estas nuevas naciones se vieron colocadas en una situación compleja, entre la espada y la pared. Compelidos a  
tener que escoger de entre dos bandos a uno que le garantice cooperación y protección para su supervivencia, la  
elección a menudo pasaba por una alianza militar, como en efecto había sucedido ya con los países europeos en  
el marco de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y aquellas del Pacto de Varsovia. A la par,  
en el marco de la definición de estas alianzas militares, se blandía sobre ellos el potente peligro de la cauterización  
territorial, sea a la manera de la guerra de Corea (1950-1953) o como parte de la llamada Estrategia de Con-  
2
tención estadounidense ejecutada para evitar del avance comunista; ambas opciones que, no obstante, habían  
demostrado consecuencias desventajosas y lesivas para las naciones en que se aplicaban (Pérez Llana, 2011, p.  
5
1). En ellas sus poblaciones habían conformado la tropa de batallas que no hacían sino profundizar las brechas  
existentes (Ruilova, 1976).  
No obstante, en la práctica, los nuevos Estados independientes vieron en el enfrentamiento de las superpo-  
tencias una amenaza a la vez que también una oportunidad. No querían perder su independencia, pero encon-  
traban ventaja en mostrarse alternativamente sea en posiciones anticomunistas o anticapitalistas, para ganar con  
ello apoyo en sus conflictos con enemigos locales. La idea no era en sí del todo nueva, pues incluso Kissinger  
(2001, p. 25) reconoce que los EE. UU. recurrieron durante las décadas de las guerras napoleónicas al beneficio  
de declararse neutrales, por reconocer en ello un arma de negociación muy eficaz que les permitió robustecer su  
reciente independencia al manipular el equilibrio de poder de las potencias de la época a su conveniencia. Otro  
estadista de la historia, Bismarck, habría entendido las potencialidades de esta estrategia para una Prusia cuyas  
relaciones internacionales con una determinada potencia no se veían como obstáculo para negociar con otras,  
lo que no obstante, se veía como inherente a la lógica del equilibrio de poder y su ajuste constante, a saber, un  
cambiante alineamiento itinerante de las naciones en alianzas (Kissinger, 2001, pp. 115, 177). Empero, contra-  
rio a la tradición de esta pretendida neutralidad, los países del MNOAL adoptarían una posición activa en el  
contexto internacional, lo que representaría un nuevo enfoque para promover intereses y ganar fuerza para sus  
3
agendas: una potente alianza sin las superpotencias. Así, las dos superpotencias sucumbieron más a menudo de  
lo prudente, tanto ante la idea negativa de impedir que el otro bando obtuviera ventajas estratégicas atrayendo  
a clientes a su causa como respecto a la idea positiva de fomentar sus valores reputadamente autóctonos; una  
técnica de negociación que para estos nuevos Estados se avizoraba a la vez como una estrategia de supervivencia  
(
Rada, en Stubbs, 2020).4  
La Conferencia de Bandung (1955) y las Cumbres del MNOAL  
Se suele establecer a la Conferencia de Bandung (Indonesia) y a los principios allí planteados como el punto  
de partida del Movimiento de los Países No Alineados (Suescum Ottati, 1989, pp. 15-16). Esta conferencia se  
realizó en 1955 bajo la iniciativa de los jefes de Estado de Egipto (Gamal Abdel Nasser), India (Jawaharlal Ne-  
hru), Ghana (Kwame Nkrumah), Indonesia (Sukarno) y Yugoslavia (Josep Tito) (Dahi y Demir, 2016, p. 20); a  
ella acudieron representantes de 23 Estados del Asia y seis africanos. En dicho encuentro, los países se pronun-  
ciaron expresamente por la reducción de tensiones entre los bloques de poder (Mattes, 2012, p. 2). Por otro lado,  
aunque aún no adoptarían la denominación de no alineados sino hasta 1970, la reunión les permitió demostrar  
la posibilidad de discutir y plantear formas alternativas de desarrollo político que fueron también representadas  
2
La estrategia delineada en 1946 por el diplomático George Kennan implicaba a la par exigir concesiones de las nuevas naciones en  
términos de gravitar a su dependencia económica, política y militar (Mayer en Santos Repetto, 2005, pp. 23–24).  
3
En este punto valga señalar que, durante la Guerra Fría, continuamente se criticó al MNOAL por ser ligeramente menos críticos con los  
soviéticos, una potencia que representaba una mayor amenaza y cuyo apoyo era central en los foros internacionales (Kissinger, 2001, p. 553).  
4
Destaca en este juego la figura de Nasser como un hábil líder que supo sacar provecho del bando americano y el soviético para favorecer  
su programa nacionalista en Egipto, lo que se vio de forma más evidente durante la crisis del canal de Suez (Kissinger, 2001, pp. 514, 535).  
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5
bajo el membrete de “Tercer Mundo”, el expresaba la idea de entidades muy distintas de las de los mundos pri-  
122  
mero y segundo, capitalista y comunista. Finalmente, en el contexto del derecho internacional, y como las enti-  
dades soberanas e independientes que se entendía, estos Estados expresaron la legítima pretensión de perseguir  
una política propia y, primordialmente, en favor de sus propios intereses. Así, a través del MNOAL le decían en  
conjunto a las grandes potencias que, pese a sus debilidades, también eran parte del mismo planeta y, por esa sola  
razón, les cabía el derecho de injerir en la política global (Weiß, 2003, p. 17); es decir, romper con aquel derecho  
excluyente de los vencedores para también reivindicar el suyo propio para escribir la historia.  
Esta emancipación multilateral de los países miembros fue un proceso que procuró cambiar y estabilizar las  
relaciones internacionales, superando el plantear las tensiones de la potencias como punto central de las mismas  
y, por el contrario, pasar a una agenda de resolución de los problemas globales, lo que necesariamente pasaría por  
democratizar las relaciones internacionales en el sentido de permitir a las naciones libertad de acción conjunta  
y participación en su solución bajo condiciones más igualitarias e inclusivas (Martínez Carreras, 1983, p. 528).  
La Conferencia de Bandung tuvo un programa de cinco puntos: cooperación económica; cooperación cul-  
tural; derechos humanos y libre determinación; problema de los pueblos no autónomos; esfuerzos en pro de la  
paz y la cooperación internacional (Martín de la Escalera, 1955, p. 95). Como resultado de las discusiones, se  
establecieron diez principios de convivencia y cooperación de las naciones, que se recogen a continuación:  
1
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Respeto de los derechos humanos fundamentales y los objetivos y principios de la Carta de las Naciones  
Unidas.  
2
3
4
5
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Respeto de la soberanía e integridad territorial de todas las naciones.  
Reconocimiento de la igualdad de todas las razas y la igualdad de todas las naciones, grandes y pequeñas.  
La abstención de intervenir o de interferir en los asuntos internos de otro país.  
El respeto del derecho a defenderse de cada nación, individual o colectivamente, de conformidad con la  
Carta de las Naciones Unidas.  
6
.a. La abstención del uso de pactos de defensa colectiva en servicio de los intereses particulares de cualquiera  
de las grandes potencias.  
.b. La abstención de todo país de ejercer presiones sobre otros países.  
6
7
.
.
.
Abstenerse de realizar actos o amenazas de agresión, o de utilizar la fuerza en contra de la integridad terri-  
torial o independencia política de cualquier país.  
La solución pacífica de todos los conflictos internacionales, de conformidad con la Carta de las Naciones  
Unidas.  
La promoción de los intereses mutuos y de la cooperación.  
8
9
1
0. El respeto de la justicia y de las obligaciones internacionales.  
En cuanto a su estructura, el MNOAL tiene su sede en Yakarta, pero trabaja principalmente a través de  
Cumbres de Jefes de Estado rotativas y no jerárquicas que se han venido realizando casi sin excepción cada trienio  
desde 1961, cada vez con mayor adhesión de miembros permanentes (tabla 1). Entre las condiciones de adhe-  
sión constaban la necesidad de cumplir con cuatro requisitos fundamentales, entre ellos, aceptar principios de la  
coexistencia; no pertenecer a un bloque o alianzas militares, el apoyo a los movimientos de liberación nacional  
y, finalmente, no tener bases militares en su territorio creadas en el marco de la lucha entre bloques. El MNOAL  
cuenta con diversas instancias secundarias de trabajo como las conferencias ministeriales y un buró de coordina-  
6
ción; no obstante, como organización, no cuenta con una institucionalidad permanente.  
5
Un término que en este contexto no tiene las connotaciones peyorativas que reviste en la actualidad, sino que simplemente proponía la  
analogía con el Tercer Estado francés, alejado de las clases privilegiadas de la sociedad, pero que estaba llamado a devenir un actor central  
de la sociedad, en este caso, internacional.  
6
Como excepción quizá quepa nombrar al Centro de Cooperación Técnica del MNOAL o “NAM CSSTC”, con sede en Yakarta, que es  
además el único órgano que cuenta con una presencia oficia permanente de internet (http://csstc.org/). Por lo demás, únicamente existen  
sitios temporales los gobiernos anfitriones abren para cada cumbre.  
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Tabla 1. Cumbres del MNOAL  
Anfitrión  
123  
Cumbre  
Fechas  
1-6 de septiembre de 1961  
5-10 de octubre de 1964  
8-10 de septiembre de 1970  
5-9 de septiembre de 1973  
16-19 de agosto de 1976  
3-9 de septiembre de 1979  
7-11 de marzo de 1983  
Miembros  
25  
1ª  
2ª  
3ª  
4ª  
5ª  
6ª  
7ª  
8ª  
9ª  
Belgrado, Yugoslavia  
El Cairo, Egipto  
47  
Lusaka, Zambia  
54  
Argel, Argelia  
75  
Colombo, Sri Lanka  
La Habana, Cuba  
86  
96  
Nueva Delhi, India7  
Harare, Zimbabue  
Belgrado, Yugoslavia  
Yakarta, Indonesia  
Cartagena de Indias, Colombia  
Durban, Sudáfrica  
105  
105  
106  
107  
113  
113  
113  
114  
118  
120  
120  
120  
1-6 de septiembre de 1986  
4-7 de septiembre de 1989  
1-6 de septiembre de 1992  
14-20 de octubre de 1995  
29 y 3 de agosto septiembre de 1998  
20-25 de febrero de 2003  
11-16 de septiembre de 2006  
11-16 de julio de 2009  
10ª  
11ª  
12ª  
13ª  
14ª  
15ª  
16ª  
17ª  
18ª  
Kuala Lumpur, Malasia  
La Habana, Cuba  
Sharm el Sheikh, Egipto  
Teherán, Irán  
26-31. Agosto de 2012  
13-18 de septiembre de 2016  
25-26 de octubre 2019  
Porlamar (Isla Margarita), Venezuela  
Bakú, Azerbaiyán  
Fuente: (Mattes, 2012; Stubbs, 2020). Elaboración propia.  
Desde sus inicios, el MNOAL tuvo una agenda en tres ejes: un decidido anticolonialismo, un abierto recha-  
zo a participar en la lucha de poder de las potencias y el repudio a la carrera armamentista (Ruilova, 1976). No  
obstante, dentro de esta continuidad, el movimiento ha tenido un cambio profundo desde 1961 en que se fundó  
(
Mattes, 2012, p. 8), adaptando sus temáticas a cada tiempo histórico (Pérez Llana, 2011, p. 50). Así, al final de  
la guerra fría tuvo que replantear su derecho de existencia y desde allí ha debido competir para ello con otros re-  
presentantes colectivos de intereses globales como el propio G20, G77 y demás líderes regionales. Sus propuestas  
pasaron por ello del desarme y la coexistencia pacífica a reforma de la institucionalidad de las Naciones Unidas  
(NN. UU.), los desequilibrios económicos Norte-Sur, el fortalecimiento de la cooperación Sur-Sur y la gestión  
de problemas globales. De tal manera, y representando en su conjunto al 55 % población mundial y —quizá más  
importante para sus propósitos—, las dos terceras partes de la Asamblea General de las NN. UU., siguen siendo  
una palestra importante de los países que se sienten marginalizados para discutir y negociar sus agendas, a la vez  
que reclaman por mayor justicia global y respeto mutuo. Así, la representación de los intereses de los Estados  
pequeños, la lucha contra las estructuras hegemónicas, el fortalecimiento del multilateralismo, la igualdad y la  
renuncia recíproca al uso de la fuerza son los temas que se acoplan a las exigencias del presente y que le dan al  
MNOAL una perspectiva de fututo (Mattes, 2012, p. 6) Conforme a los principios de Bandung, en sus cumbres,  
el MNOAL ha generado importantes resoluciones y documentos en los que han presentado su posición de re-  
sistencia a un mundo bi/unipolar que controle la maquinaria de la política internacional e intente imponerla; a  
la vez, en defensa del desarrollo sostenible, el alivio de deudas y prácticas de comercio justo, la promoción de la  
Cooperación Sur-Sur, la diversidad cultural y los derechos humanos. Para esto, uno de sus requerimientos conti-  
nuos es la reforma a las NN. UU., en especial a su Consejo de Seguridad, a fin de promover un mayor equilibrio  
7
Inicialmente habría de desarrollarse en Bagdad, pero el conflicto bélico de Irak con Irán lo imposibilitaron (Alburquerque, 2017, p. 1990).  
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regional en su conformación, cambio en sus métodos de trabajo y toma de decisiones, lo que repercutiría a su  
vez en favor de mayor coherencia, transparencia y responsabilidad de su accionar (Mathur, 2016, pp. 11, 18-20).  
En este sentido, en la actualidad el espacio multilateral donde el MNOAL hace sentir más activamente su pre-  
sencia es la Asamblea General de la ONU y sus órganos subsidiarios, de entre los cuales, por ejemplo, sobresale una  
de sus comisiones principales: la denominada Cuarta Comisión o Comisión Política Especial y de Descolonización  
124  
(SPECPOL). Respecto de la Asamblea General, cuyo período de sesiones se realiza anualmente entre septiembre  
y diciembre, destaca la articulación del MNOAL como bloque al momento de fijar y sostener temas en la agenda  
de la organización a lo largo de los años, así como su capacidad de plantear posiciones en conjunto. Esta actividad  
se realiza, por un lado, a través de la designación de voceros que intervienen en el plenario con discursos que articu-  
lan los pedidos Sur global a nombre del colectivo de sus naciones soberanas, y, por otro, dentro de la construcción  
documental, dado que las resoluciones que el MNOAL toma en sus conferencias son usadas explícitamente como  
antecedentes de los documentos de la ONU. De tal manera, se evidencia la importancia de este foro para otros ór-  
ganos de la ONU, como su Secretaría General, para quien es conveniente concertar con este espacio y así obtener  
apoyo a para su actuación. Asimismo, el MNOAL se activa dentro de la ya citada Comisión Política Especial y de  
Descolonización (Cuarta Comisión), encargada de examinar una amplia gama de cuestiones que abarcan desde la  
descolonización, los efectos de las radiaciones atómicas, un examen exhaustivo de la cuestión de las operaciones de  
mantenimiento de la paz de la ONU, o las misiones políticas, cuestiones sobre conflicto de Israel y Palestina e inclu-  
so sobre la cooperación internacional en la utilización del espacio ultraterrestre con fines pacíficos (Organización de  
las Naciones Unidas, 2021). Finalmente, las decisiones de esta comisión son luego por regla aceptadas en el pleno de  
la Asamblea, constituyéndose un poderoso instrumento del poder blando internacional.  
Antes de cerrar este punto, es menester también enunciar las críticas que, no obstante, ha recibido la política de  
no alineamiento. Así, por ejemplo, se indica que “política exterior basada en principios de no alineamiento ya no es  
ideológicamente coherente” (Fraguela, 2008, p. 49). Sus detractores ven sus a postulados como una retórica excesi-  
vamente idealista ya que en la práctica, en abierta contradicción, algunos países se volvieron clientes de las potencias  
hegemónicas, tal fue el caso de Cuba e Indonesia con el lado soviético y otros, como India, que encontraron que po-  
dían jugar a ambos bandos, e incluso las guerras dadas entre sus propios miembros, como, por ejemplo, aquella entre  
Irak e Irán (Fraguela, 2008, p. 51). Asimismo, se les sigue achacando que desde su inicio y durante años tuvieron  
una postura negativa al condenar actos de violencia ejercidos por las potencias, como por ejemplo sucedió en el caso  
de la ocupación soviética de Hungría en 1956 (Kissinger, 2001, p. 551). En consecuencia, los detractores de esta  
política se pronuncian en favor de otros mecanismos que encuentran como menos contradictorios y plenamente  
suficientes para resistir el poder de las potencias, a saber, la formación de bloques regionales, alianzas ocasionales o  
las negativas llanas a participar en conflagraciones internacionales. (Fraguela, 2008, p. 52)  
Ingreso del Ecuador al MNOAL: motivaciones y posiciones en juego  
Con más de un siglo de historia republicana, el Ecuador de la posguerra no compartía con las naciones africa-  
nas y europeas la condición novel en el contexto internacional. Más aún, dada su posición geográfica en la directa  
esfera de influencia estadounidense y por su cooperación con esta potencia durante la Segunda Guerra Mundial,  
parecía que tenía su bando ya decidido. Pese a ello, era claro que tenía muchos más elementos en común con  
aquellas naciones no alineadas en cuanto a su situación periférica y legado estructural; a saber un destino común  
para afrontar perspectivas similares dada la división internacional del trabajo forzada e impuesta por los modos  
de producción (pos)colonial que gravaba con una pérdida de valor acelerada a los bienes primarios que prove-  
nían del espacio conjunto, mientras que, por su parte, los estados metropolitanos veían el valor de sus exporta-  
ciones industrializadas multiplicarse (Harris, 2018, p. 19). Esto determinaba una relación de dependencia del  
primer mundo y una comunidad de intereses para abordarla y hacerle frente.  
En cuanto a la situación específica del Ecuador en la época, cabe señalar que en 1979 reiniciaba su vida de-  
mocrática con la llegada al poder del binomio Roldós-Hurtado y una agenda de corte internacionalista de quien  
desde un inicio se mostró contrario a la injerencia de los EE. UU. en América Latina (Plan Cóndor). Así, al dejar  
atrás gobiernos militares, el Ecuador con su remozada democracia debía posicionarse como funcional al desarro-  
llo de su población, por lo que, requería también evitar ser absorbido por el conflicto exógeno entre las potencias  
que pudiera menoscabar sus estrategias en pro de su bienestar (Chávez, 2007, p. 97) Asimismo, al haberse trans-  
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formado en una nación exportadora de petróleo, era importante tomar parte en un espacio internacional que, a  
nivel macro había demostrado ya su apoyo decidido en favor de la lucha por una mayor justicia socioeconómica  
global desde la Conferencia de Lusaka (1970) y, en particular, su avenencia en favor de las posibilidades de apli-  
car precios fijos a todas las materias primas y así influenciar en conjunto a los mercados financieros, con ocasión  
de la crisis petrolera mundial del mismo año (Stubbs, 2020).  
125  
Paralelamente, 1981 marcó un nuevo estallido del conflicto armado con el Perú, un país que formaba parte  
del MNOAL desde 1973 y que salió victorioso del conflicto. De allí, no es demasiado aventurado comprender  
lo necesario que resultaba intentar nuevos caminos para el tratamiento del conflicto y, más aún, dar un giro a  
la política exterior del país ampliando su agenda internacional. En este mismo orden de ideas el jurista García  
Sayán (1988, p. 43) señala que el ingreso del Ecuador al MNOAL significó una nueva era del posicionamiento  
del país ante el mundo, pasando así de una política exterior centrada única y hasta “obsesivamente” en el reclamo  
territorial con el Perú.  
No obstante, habría sido durante el primer lustro de 1980 que, debido la concentración del esfuerzo de EE.  
8
UU. en las guerras de Centroamérica —también bajo la bandera del anticomunismo— y la subsecuente escasez  
de recursos destinados a la cooperación para el desarrollo, lo que determinó y facilitó al Ecuador incursionar en  
una política de no alineamiento y de cierta independencia (Santos Repetto, 2005, pp. 20, 24-25). Esta audacia se  
daba aprovechando que el Ecuador se sabía poseedor de una importancia periférica, por lo cual, la potencia con-  
tinental (y su fuerza militar) no considerarían su adhesión al movimiento como una amenaza para sus objetivos  
ideológicos. (Chávez, 2007, pp. 113-114)  
9
Según declara un informe del Ministro de Relaciones Exteriores de la época, Luis Valencia Rodríguez, el  
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Ecuador habría seguido de cerca las actividades del MNOAL desde la conferencia de Belgrado (1961), pese a  
que su unión como miembro pleno se diera apenas en el año 1981. Tras la trágica muerte del presidente Roldós,  
habría sido su sucesor quien en 1981 ordenó al entonces canciller Barrera el ingreso (Hurtado, 2006, pp. 34-35).  
Una de las explicaciones sería que Hurtado y su enfoque de solución del problema de la deuda externa podría  
tener allí un espacio de discusión en foros multilaterales (Chávez, 2007, p. 105).  
La primera participación del país se dio en el marco de la VII Cumbre (Nueva Delhi), desde donde también  
se suele contar su membresía. De forma previa, aunque en calidad de observador, se cuenta también la participa-  
ción del Rodríguez Lara en la Cumbre de Argel (Santos Repetto, 2005, p. 26). Conforme al ya citado informe de  
Cancillería, el país se habría sentido identificado con los postulados del MNOAL en favor de la paz y la coope-  
ración pacífica entre los pueblos. Al mismo tiempo, el Ecuador reconocía la importancia de la lucha emprendida  
por el foro a favor de un “Nuevo Orden Económico Internacional” en el que las naciones más débiles puedan  
hacer valer un legítimo control sobre los precios que recibían por sus recursos naturales. Finalmente, se resaltó  
que el Ecuador en ese momento allí tendría la posibilidad de impulsar actividades de cooperación en áreas prio-  
ritarias para el desarrollo.  
Así, pese a su destino continental compartido, el foro del MNOAL le permitió al Ecuador tener una rela-  
tiva independencia respecto de los EE. UU. en cuanto a su política multilateral, en la cual pudo presentar sus  
discrepancias fundamentales en temas que se consideraban cruciales para su política internacional propia, como  
fueron el tratamiento y condena la deuda externa, Israel y el Medio Oriente, el armamento nuclear o el bloqueo  
a Cuba (Ponce Leiva, 2005, p. 12), más propias para su agenda de desarrollo social y económico.  
Influencia del MNOAL para el Ecuador: constitucionalización de un programa internacionalista  
La segunda de las hipótesis de este trabajo se destina a explorar si, como resultado de las relaciones internaciona-  
les en el marco del MNOAL, el Ecuador ha logrado sintonizar en tal medida con sus postulados que los objetivos  
de dicha organización habrían encontrado incluso su camino hacia sus textos constitucionales desde la segunda  
8
Entre otros, y frente a la victoria de la Revolución cubana (1959), el denominado socialismo desarrollado de la URSS apoyaba militar-  
mente al sandinismo en Nicaragua (Santos Repetto, 2005, p. 24).  
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Informe cuyo extracto aparece publicado en la Revista de la AFESE No. 44 (2006).  
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Por esta presencia, algunos autores pretenden incluso que se considere al Ecuador en alguna medida como fundador, dada la participa-  
ción en el debate de su representante, el doctor José Joaquín Silva (Suescum Ottati, 1989, p. 77).  
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posguerra. Esto es importante por cuanto se trataría de un intento sostenido del pueblo ecuatoriano por moldear  
la identidad y prioridades de su Estado hacia afuera de sus límites, un fenómeno que no necesariamente sucede en  
todos los países y que se ha facilitado por una tradición de recambio e hibridación constante en los textos constitu-  
cionales de la narrativa constitucional nuestro país (Fabara Espín y Pazos, 2019, p. 504). Así, se analizarán para el  
efecto los textos de las seis cartas constitucionales en cuestión: 1945, 1946, 1967, 1978/1979, 1998 y 2008.  
Tanto en 1945 como en 1946, el Ecuador establecía con textos idénticos que acataría las normas de derecho  
internacional a la vez que proclamó “el principio de cooperación y buena vecindad entre los Estados, buena  
vecindad y la solución por métodos jurídicos de las controversias internacionales” (art. 6 CE45; art. 5 CE46).  
Asimismo, declaraba la existencia de una comunidad de naciones de entre las cuales, no obstante, se siente vin-  
culado de forma solidaria e interdependiente con el espacio iberoamericano (art. 7 CE45; art. 6 CE46). En este  
programa se agotaba el programa de relaciones internacionales constitucional.  
126  
No obstante, en 1967, es decir, ya fundado el MNOAL en el que como se indicó, el Ecuador había tenido  
representantes, se presentan avances sustanciales. Así, su art. 9 adopta de forma inconfundible el lenguaje propio  
del no alineamiento. Puntualmente, proclama de forma expresa la igualdad jurídica de los Estados, la paz y la coo-  
peración como sistema de convivencia internacional. Asimismo, “condena el uso o la amenaza de la fuerza como  
medio de solución de conflictos, y repudia el despojo bélico como fuente de derecho”. Este último punto puede  
explicarse también como consecuencia de la derrota de 1941 y las pérdidas territoriales peruanas. Por ello, aboga  
además en favor de los organismos internacionales, de su estabilidad y fortalecimiento. Finalmente, además de  
su posición en favor del espacio iberoamericano, declara la posibilidad de formar asociaciones con uno o más  
Estados “para la promoción y defensa de los intereses nacionales y comunitarios”. De tal manera, se abre la puerta  
a una comunidad de intereses allende la vecindad territorial.  
Posteriormente, la Constitución de 1978/1979 recoge en sus arts. 3 y 4, todos y cada uno de los avances pos-  
tulados por su antecesora. No obstante, como innovación, establece su rechazo a “toda forma de colonialismo,  
de neocolonialismo, de discriminación o segregación”, para luego reconocer también con rango constitucional “el  
derecho de los pueblos a la autodeterminación y a liberarse de los sistemas opresivos” (art. 4, num. 6 CE78). Ambas  
inclusiones se constituyen claramente en gestos de solidaridad con la agenda del MNOAL. Todo ello se considera  
además como coherente con la política exterior implantada por el binomio Roldós-Hurtado, de relativa indepen-  
dencia, principista y de defensa de la soberanía, coincidente con aquella de los demás países de condiciones econó-  
micas similares (Santos Repetto, 2005, pp. 45-46), en persecución del anhelo rostowniano de que el desarrollo era  
una posibilidad que estaba al alcance de sus manos, en paz, unidad pero sin dependencia. (Ruilova, 1976)  
En cuanto a la Constitución Política de 1998 se refiere, una carta política que ha sido muchas veces fustiga-  
da como abiertamente neoliberal, en cuanto a su programa de relacionamiento internacional, lo mantiene sin  
alteración (arts. 4 y 5 CE 1998). Más aún, por primera vez hace una declaración puntual relativa a la soberanía  
respecto a la diversidad biológica, de sus reservas naturales y de su conservación y utilización sostenible (art. 248  
CE 1998); así como también en cuanto a la seguridad alimentaria de la población y el desarrollo de la competiti-  
vidad del país (art. 270 CE). Sin duda, estos últimos puntos se concatenan con una política de apertura comercial  
del regionalismo abierto que caracterizó a iniciativas como la entonces naciente Comunidad Andina (Quiliconi,  
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013, p. 156); no obstante, cabe resaltar que el programa constitucional hacía eco de la posición específica del  
país como productor primario con una agenda de desarrollo.  
Finalmente, la Constitución vigente de 2008 representa el programa de relaciones internacionales más es-  
pecífico y extenso hasta el momento a este nivel que añade elementos a todos aquellos principios ya existentes.  
Así, por ejemplo, establece en su régimen de desarrollo que, además de garantizar la soberanía nacional, el país  
tendrá como objetivo insertarse en el contexto internacional para contribuir “a la paz y a un sistema democrático  
y equitativo mundial” (art. 276, num. 5). Este punto se concatena además con su demanda de democratización  
de los organismos estatales y de participación equitativa en ellos (art. 416, num. 9). Luego, en el mismo art. 416,  
aboga en favor de la coexistencia de sociedades diversas (num. 5), promueve un orden global multipolar justo y  
solidario, con relaciones horizontales fortalecidas (num. 10) y, entre otros, un sistema de comercio e inversión  
complementario y equitativo y (num. 12). De tal manera, se evidencia como incluso los nuevos que han sido  
constitucionalizados se vinculan estrechamente con los postulados propios del MNOAL.  
Dicho esto, y más relacionado con el acápite anterior de este documento, cierro resaltando una cierta dialéc-  
tica entendida como dinámica de influencia mutua que, a su vez, permite que puntos nuevos del programa cons-  
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Páginas: 119-128 https://doi.org/10.29019/tsafiqui.v12i16.884  16, 2021  
titucional ecuatoriano, como el relativo al control internacional de las empresas internacionales (art. 416, num.  
127  
1
2
2), haya sido presentado por el Ecuador para su discusión previa en el marco de la cumbre del MNOAL en el  
016 (Noboa, 2016). Por esta vía, y gracias al apoyo logrado en una posición que el grupo adoptó como propia,  
actualmente se está elaborando ya con el liderazgo ecuatoriano el texto tratado para regular la responsabilidad de  
las empresas transnacionales por violaciones de derechos humanos y con ello, un avance en las relaciones inter-  
nacionales para el más chico de los países andinos.  
CONCLUSIONES  
El MNOAL representó un avance fundamental hacia una nueva forma de entender la convivencia pacífica de  
los pueblos y un esfuerzo sostenido por su equidad que, desde una posición periférica, pasó a ser una aspiración  
central en los ideales del multilateralismo poshegemónico. Además, pese a una agenda no exenta desafíos, sus  
principios se constituyen en imperativo en épocas de crisis como vía para coordinar y legitimar la acción conjunta  
más allá de los intereses de las potencias y así brindar respuestas a los diferentes desafíos sanitarios, ambientales,  
financieros y otros semejantes que enfrenta la gobernanza global; un no alineamiento que, como una forma acti-  
vismo, podría ser visto como el mejor camino a seguir para una América Latina en un escenario post occidental  
(
Fortín et al., 2020).  
Pese a las críticas y su aparente anacronismo, el MNOAL ha sabido valorar y mantener su posición de actor  
global que dispone de una fuerte cohesión con capacidad de incursionar de forma activa en la solución de con-  
flictos de la humanidad. En cada nueva conferencia se adhieren más miembros, lo que determina su vigencia.  
Actualmente, además de los 120 Estados miembros, el MNOAL tiene como observadores a 19 Estados y 10  
organizaciones internacionales. Con ello, tras la ONU se coloca como la segunda organización de Estados más  
grande del mundo.  
El presente documento evidencia el contexto y los motivos por los cuales el Ecuador accedió al MNOAL, que  
se sintetizan en la necesidad de encontrar un nuevo foro para insertarse activamente en las relaciones interna-  
cionales. Dentro de este, ha logrado hacer causa común y coordinarse con otros países en vías de desarrollo para  
promover sus intereses y mejorar sus posibilidades de visibilidad y negociación. Asimismo, el Ecuador ha hecho  
uso de este espacio para posesionar su agenda y alcanzar apoyo legitimador democrático de esta en base al tamaño  
de la población y representación en los espacios multilaterales del MNOAL, por lo que resulta conveniente con-  
tinuar con su participación en él, en especial al momento de enfrentar el resurgimiento de tensiones comerciales  
o de cualquier otra naturaleza entre las naciones más poderosas.  
Finalmente, podemos afirmar que el programa constitucional de relacionamiento internacional del Ecuador  
ha sido influenciado por la agenda del MNOAL con lo cual se ha vinculado a su proyecto emancipador de la  
periferia como parte de su sistema jurídico y parte de su identidad estatal.  
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