ISSN electrónico: 2602-8069 - ISSN impreso: 1390-5341  
PRECISIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS  
CON RELACIÓN A LA DEFINICIÓN DE ENTORNO  
EN ETNOGRAFÍA VIRTUAL, PARA EL ANÁLISIS  
1
DE POLÍTICAS SOCIALES  
Approach and theoretical-methodological definitions  
on the Virtual Ethnography Environment  
for the analysis of social policies  
Andrea Dettano  
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas-Universidad Nacional de La Matanza  
andreadettano@gmail.com  
Código Orcid: https://orcid.org/0000-0001-9985-6690  
Rebeca Cena  
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas-Universidad Nacional de La Matanza  
rebecena@gmail.com  
Código Orcid: https://orcid.org/0000-0002-5006-1261  
Fecha de recepción del artículo: 11/11/2020  
Fecha de aceptación definitiva: 28/11/2020  
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Las investigaciones de las cuales este escrito es producto se encuentran financiadas por el Consejo  
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).  
Universidad UTE / CC BY Tsafiqui, Revista Científica en Ciencias Sociales, N.º 15, 2020  
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Andrea Dettano, Rebeca Cena  
PRECISIONES TEÓRICO-METODOLÓGICAS CON RELACIÓN A LA DEFINICIÓN DE ENTORNO  
EN ETNOGRAFÍA VIRTUAL, PARA EL ANÁLISIS DE POLÍTICAS SOCIALES  
RESUMEN  
Las primeras décadas del siglo XXI han manifestado la preeminencia que la vida digital posee  
en los procesos de estructuración social, entre ellos las políticas sociales en el marco de lo que  
se ha denominado sociedad 4.0. En este artículo nos proponemos explicitar −a partir de las  
conexiones entre políticas sociales y digitalización de las intervenciones estatales−, los modos  
en que el entorno puede ser delimitado en un proceso investigativo, que toma como método la  
etnografía virtual. Para ello se trabaja con la red social Facebook, particularizando en los grupos  
de receptores de políticas sociales. Se concluye que el entorno en la etnografía virtual requiere  
explicitar aquellos espacios/tiempos, en donde las interacciones mediadas por las tecnologías  
digitales adquieren sentido.  
Palabras clave: Estado, digitalización, metodología, tecnología, política social.  
ABSTRACT  
The first decades of the 21st century have shown the importance that digital life possesses in the  
processes of social structuring, including social policies within the framework of what has been  
called 4.0 Society. The aim of this this article is to make explicit - based on the connections be-  
tween social policies and digitalization of state interventions - the ways in which the Environment  
can be delimited in an investigative process that takes Virtual Ethnography as its method. For this,  
we work with the social network Facebook, focusing on the groups of recipients of social policies.  
It is concluded that the Virtual Ethnography Environment requires to make explicit those spaces /  
times where interactions mediated by digital technologies make sense.  
Keywords: State, digitalization, methodologies, technology, social policies.  
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INTRODUCCIÓN  
Las primeras décadas transcurridas del siglo XXI han mostrado la preeminencia que  
la vida digital posee en los procesos de estructuración social (Scribano y Lisdero, 2018).  
Particularmente desde comienzos del 2020, el mundo se ha visto afectado por la pandemia  
declarada por Covid-19, que ha exacerbado todo tipo de prácticas sociales vinculadas a la  
digitalización de la vida (Cena y Dettano, 2020), que modifican su observancia y los instru-  
mentos para mediar dichas observaciones.  
Un fenómeno afectado por la vida digital es el vinculado a la gestión e intervención  
estatal. Este escrito se propone observar un espacio de conquista particular de las políticas  
sociales, cada vez más masivas y numerosas: el ciberespacio/Internet, en el marco de lo  
que se ha denominado “sociedad 4.0”, como conjunto de procesos económicos y sociales  
configurados en torno a la masificación planetaria de las nuevas tecnologías de la informa-  
ción (Scribano y Lisdero, 2019).  
Sobre la base de indagaciones individuales y colectivas enfocadas en la descripción y  
análisis de las emociones de los y las destinatarios de políticas sociales, a partir de entrevis-  
tas en profundidad y encuentros expresivo creativos, advertimos que diferentes interaccio-  
nes vinculadas a las políticas sociales habían comenzado a formar parte del mundo digital  
(Cena, 2014, Sordini, 2017, Faracce, 2019, Weinmann, 2019). En este camino notamos  
la existencia de grupos de personas destinatarias de políticas sociales en la plataforma  
Facebook. Al realizar algunas observaciones preliminares, pudimos dilucidar que era un  
2
espacio en crecimiento, compuesto por diferentes grupos con millones de miembros , que  
comparten inquietudes, dudas, consultas, así como fotos y experiencias sobre inscripción,  
permanencia y cobro de los programas estatales. Por ello, en este escrito nos proponemos  
explicitar una serie de reflexiones teóricas y metodológicas en relación a la definición de en-  
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torno en la etnografía virtual . Pues, si a partir de indagaciones previas hemos advertido la  
utilización de las tecnologías de la información en la interacción Estado-sociedad, creemos  
que la etnografía virtual puede constituirse en un método idóneo para el abordaje de los  
sentidos e interacciones que allí tienen lugar.  
La estrategia expositiva será la siguiente: en primer lugar, desarrollamos algunos as-  
pectos de la etnografía y de la etnografía virtual; en segundo lugar se avanza en la delimi-  
tación de la noción de entorno, como espacio y escenario donde se despliegan las interac-  
ciones, con una interfaz dependiente de cada red o plataforma y cuyo recorte implica toma  
de decisiones, relacionadas con los intereses de investigación. A continuación se especifica  
cada uno de los componentes que permiten la delimitación de un entorno en la red social  
Facebook, tomando como referencia a grupos de personas destinatarias de políticas socia-  
les. Se concluye aludiendo a las potencialidades metodológicas de la etnografía virtual para  
el abordaje de las políticas sociales. Definir qué se considera entorno en etnografía virtual  
es un paso ineludible y requiere de un proceso de explicitación, reflexión y argumentación  
teórico-metodológica, que en este escrito pretendemos explorar.  
2
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En su conjunto, los 23 Grupos trabajados suman 4.693.921 miembros.  
Virtual o virtualidad no es utilizado como sinónimo de aparente y/o ficticio, y de este modo contra-  
puesto a una realidad, sino que consideramos que lo virtual o la digitalización de los diversos ámbi-  
tos del mundo constituyen espacios en donde se da la producción y reproducción de la vida de las  
personas y que inciden, por lo tanto, en los modos de ser/estar en el mundo. Aquí lo aclaramos, pero  
lo sostenemos a lo largo del escrito, que no creemos que exista algo así como la vida offline y la vida  
online, lo virtual y lo real, y otros tantos engañosos dualismos.  
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SOBRE LA ETNOGRAFÍA Y LA ETNOGRAFÍA VIRTUAL  
En esta sección del escrito, abordaremos brevemente desde qué perspectivas hemos  
trabajado con el método etnográfico (Sampieri, Collado y Lucio, 1998), en el marco del es-  
tudio de las políticas sociales, el Estado ampliado y las sociedades 4.0. Sin pretender hacer  
un desarrollo extensivo (Hammersley y Atkinson, 1994, Valles, 1999 y Tapias y Pérez [s.f.]),  
el propósito de esta sección es recuperar algunas discusiones que permitan identificar las  
potencialidades que dicho método posee para los objetivos de la investigación aludida.  
Los manuales de metodología definen a la etnografía, estrictamente hablando, como  
la descripción de una cultura, que implica la construcción de datos, utilizado diversas téc-  
nicas que, tradicionalmente, han sido asociadas a la metodología cualitativa y cuantitativa  
(Sautu, 1999). Verd, Barranco y Moreno (2007), nombran a la etnografía relacionándola con  
métodos etnográficos o conjunto de técnicas que poseen como base la observación de un  
grupo en un determinado contexto ―“natural de interacción” dirán algunos manuales me-  
todológicos―, sin más implicaciones que aquellas vinculadas al análisis de los datos o a la  
aproximación interpretativa. De allí que el conjunto de técnicas y análisis que involucra la  
etnografía, significan una integración parcial a la comunidad estudiada que permiten realizar  
“la descripción o reconstrucción analítica de carácter interpretativo de la cultura, formas de  
vida y estructura social del grupo investigado” (Rodríguez Gómez, Gil Flores y García Jimé-  
nez, 1996: 44), (Verd Barranco y Moreno, 2007: 151).  
Lo que Verd, Barranco y Moreno (2007: 151) denominan métodos etnográficos es  
el resultado de diversas tradiciones de investigación, “que tienen como mínimo común de-  
nominador el interés por el retrato del modo de vida de una unidad social determinada”. El  
conjunto de métodos a los que alude la etnografía, implica que quien investigue participe  
en la vida de las personas a lo largo de un período determinado “observando qué sucede,  
escuchando qué se dice, haciendo preguntas; de hecho, haciendo acopio de cualquier dato  
disponible que sirva para arrojar un poco de luz sobre el tema en que se centra la investiga-  
ción” (Hammersley y Atkinson, 1994: 3).  
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La Antropología , a partir de la labor etnográfica, se ha encargado históricamente de  
observar y estudiar aquello definido como “otro”. Esta ciencia, ha tenido que ver con el des-  
plazamiento, con ir a un lugar geográfico y simbólicamente diferente del propio (Mejía Nava-  
rrete, 2004, Sarrabayrouse, 2011, Recasens, 2018). Si bien, tal como señala Levi Strauss,  
la ubicación geográfica y las formas de vida son condiciones mínimas para que haya posibi-  
lidad de indagar. El traslado y la lejanía espacial han dejado de ser una característica central  
5
para la experiencia etnográfica .  
El etnógrafo es aquel que recoge de primera mano información sobre una población  
y es en su permanencia en el campo, que puede dialogar en el espacio y en la vida coti-  
diana (Recasens, 2018). En tal sentido, un observador no es más ―ni menos― que un ser  
sociocultural e históricamente situado (Tapias y Perez, s.f., Hammersley y Atkinson, 1994).  
Los debates recientes, pusieron “en cuestión el lugar de la ‛persona’ del investigador en el  
proceso de conocimiento. Como principal instrumento de investigación y término implícito de  
4
5
“Hoy en día esta orientación ya no es exclusiva de los estudios antropológicos, y los grupos sociales  
estudiados pueden ser mucho menores —una empresa, una escuela— que los estudiados en los  
orígenes” (Verd, Barranco y Moreno, 2007 :151)  
La etnografía en tanto método dentro de las investigaciones cualitativas (Sampieri, Collado y Lucio,  
1998) ha transcurrido por diversos senderos que Valles (1999) ha denominado fases.  
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comparación intercultural, el etnógrafo es, además de un ente académico, miembro de una  
sociedad y portador de cierto sentido común” (Guber, 2001: 29).  
En vista de ello, la etnografía puede ser abordada como una interpretación que realiza  
quien investiga. No es una descripción del mundo de los nativos ni de cómo es el mundo  
para ellos. La labor interpretativa es el resultado de la articulación entre permanencia en el  
campo y elaboración teórica (Vargas, 2005, Balbi, 2011).  
La etnografía como método ha implicado diversas fases (Valles, 1999), lo que ha sig-  
nificado una revisión, ampliación y profundización de los procesos de investigación. Estas  
transformaciones en las sociedades contemporáneas han habilitado la revisión crítica de  
los métodos, en este caso a la luz del Estado ampliado (Madrid, 2001), la digitalización de  
las políticas sociales (Weinmann y Dettano, 2020, Faracce Macía, 2019) y las sociedades  
4.0 (Scribano y Lisdero, 2019). Los fenómenos de lo social son cambiantes por definición,  
de allí que los métodos para su abordaje requieran también de revisiones, modificaciones e  
innovaciones. Con este horizonte abordamos en el apartado siguiente la etnografía virtual.  
Etnografía virtual  
En esta sección abordaremos qué significa dentro del paraguas de la etnografía hacer  
etnografía virtual y, particularmente, situar el trabajo de campo en las redes sociales, en este  
caso, en grupos de Facebook. Para ello, se vuelve imprescindible poder darnos algunas  
discusiones en torno a la significatividad de lo que comúnmente se ha denominado Internet,  
para luego avanzar sobre la etnografía virtual y su utilización en redes sociales.  
El término Internet alude a varios temas o interrogantes. Tal como señala Hine, (2004:  
40) refiere a “un conjunto de programas que habilitan determinados tipos de comunicación  
e intercambio de información”. También ha sido definido como una red de redes, un artilugio  
tecnológico (Turpo Gebera, 2008), un tejido cibersocial y un artefacto cultural que ha desbor-  
dado lo presencial y lo geográfico (Castells, 2002, Ruíz M. y Aguirre G., 2013, García Manso,  
2017). La producción misma de Internet y su consumo están dispersos en múltiples lugares,  
instituciones e individuos y, más allá de sus múltiples acepciones, concentra un número cre-  
ciente de intercambios e interacciones, por lo que adquiere cada vez mayor relevancia para  
el análisis sociológico (Hine, 2004, Esteinou Madrid, 2001).  
De Sena y Lisdero (2015) reflexionan sobre Internet en la etnografía virtual y lo defi-  
nen como un “hipermedio” que concentra hipertextualidad, reticularidad, utilización y circu-  
lación de nuevos lenguajes y reconfiguración de las categorías témporo-espaciales. Internet  
implica diversas y variadas aplicaciones que impactan en la producción de sistemas o am-  
bientes “de socialidad que repercuten en las formas de relación humana como con el mundo  
mismo; se hace obligada, por lo tanto, la emergencia de un paquete metodológico como la  
etnografía virtual” (Méndez y Aguilar, 2018: 81).  
Existe un número significativo de plataformas que permiten la conectividad entre per-  
sonas. En el año 2013 Facebook, Twitter, Flickr, YouTube, Wikipedia e Instagram aparecían  
como las principales plataformas de la conectividad. Estas pueden ser clasificadas en dis-  
tintos tipos, sin pretensiones de exclusión o exhaustividad (Van Dijck, 2016): a) sitios de red  
social o social networking sites, que priorizan el contacto interpersonal, forjando conexiones  
personales, profesionales o geográficas y alentando a la formación de lazos; ejemplo son  
Facebook, Twitter, LinkedIn e Instagram; b) contenidos generados por usuarios o user-gene-  
rated content, que se valen de herramientas creativas para promover el intercambio amateur  
o profesional, tales como YouTube o Wikipedia; c) sitios de mercadotecnia y comercializa-  
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ción o trading and marketing sites, que se dedican a la venta de productos como Amazon,  
eBay o Groupon o Mercado libre; d) juegos y sitios de entretenimientos conforman el último  
grupo, siendo The Sims o Angry Birds ejemplo de las mismas (Van Dijck, 2016).  
Van Dijck (2016) señala que para el año 2011, 1200 millones de usuarios del mundo  
–82 % de la población mayor de 15 años– había ingresado a un medio social, mientras que en  
2007 solo un 6 %, dando cuenta que en menos de diez años se desarrolló toda una infraes-  
tructura online para la interacción. En Argentina, para el cuarto trimestre de 2018, se registró  
que el 63 % de los hogares urbanos tiene acceso a computadora y el 80.3 %, a Internet; 84 de  
cada 100 personas emplean teléfono celular y 78 de cada 100 utilizan Internet. El mayor uso  
de Internet se registra en los grupos comprendidos entre los 13 y los 29 años, allí 90 de cada  
100 personas lo utilizan (entre el 89.7 % y 90.2 % de la población) (EPH-Indec, 2018).  
Ahora bien, por la importancia que asume Internet en las interacciones cotidianas, es  
que se ha vuelto un espacio de relevancia para la investigación social, mas no poniendo la  
atención en las tecnologías en sí mismas, sino en cómo estas son utilizadas, apropiadas,  
en tanto espacios y plataformas donde se despliegan tramas de interacción prexistentes o  
nuevas. De esta forma, se comprende que “el aludido mundo digital/móvil es, en realidad,  
una simplificación de un conjunto de mundos de la vida que (superpuestos, instantáneos y  
simultáneos) constituyen las superficies de inscripción de nuestras sociabilidades, vivencia-  
lidades y sensibilidades” (Scribano, 2017:9)  
La etnografía virtual es la participación/observación continuada del investigador en los  
escenarios virtuales donde se desarrollan prácticas, interacciones, transacciones, intercam-  
bios de información, que son objeto de análisis (Ruíz y Aguirre, 2015). Esta puede incluir el  
estudio de comunidades que se superponen con comunidades físicas ―como en el caso  
bajo estudio―; las que se superponen solo en algún grado con comunidades físicas o aque-  
llas que nunca se erigen como comunidades físicas (Turpo Gebera, 2008).  
Se puede encontrar bajo diferentes denominaciones:  
Etnografía virtual, etnografía digital, ciberantropología, etnografía mediada, netnografía, antro-  
pología de los medios, etnografía del ciberespacio, etnografía de/en/a través de Internet. […]  
todas estas acepciones tienen un mismo objetivo, estudiar las relaciones sociales, cognitivas,  
afectivas que se dan en el ciberespacio, para lo cual han tomado como base los principios de  
la etnografía para trasladarlo al ciberespacio (Ruíz y Aguirre, 2015, p. 70).  
Más allá de las múltiples acepciones, la etnografía realizada en Internet apunta a cap-  
tar “la vivencia de las redes” (Turpo Gerbera, 2008: 83), explorar aspectos de esta cultura de  
la conectividad y reflexionar sobre la consolidación de unas sociabilidades moldeadas por  
plataformas (Van Dijck, 2016). Puede ser definida, entonces, como aquel método orientado  
a examinar los usos cotidianos que Internet ha adoptado en la vida de quienes se posicionan  
como usuarios (Ferrada Cubillos, 2006). Pues este método se ha considerado adecuado  
para el estudio de las prácticas sociales vinculadas a Internet, con el propósito de explorar  
los comportamientos sociales, esquemas culturales, y construcción de significados (Domín-  
guez Figaredo, 2007). Es por ello que aquí, junto con Hine, sostenemos que “abre la posi-  
bilidad de enriquecer las reflexiones acerca de qué significa ser parte de Internet. También  
se gana simetría con la exploración, pues el investigador emplea los mismos medios que  
sus informantes” (2004: 20). Realizar nuestro trabajo de campo sobre, en y desde Internet,  
rompe con la idea romántica del etnógrafo que se desplaza a otras culturas para trabajar en  
espacios concretos y delimitados, conviviendo con un grupo social. Ahora existen realidades  
y plazas virtuales que no formaban parte de los espacios tradicionales de la antropología y en  
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los que la mediación entre el etnógrafo y la realidad se hace más evidente (Pichardo-Galán,  
2008, p. 144).  
La etnografía virtual ha suscitado observaciones en cuanto a las dificultades que supo-  
ne, como la inmensidad de los intercambios por parte de los usuarios que el medio presenta,  
por lo que puede resultar dificultoso “segregar” a los usuarios que son objeto de estudio y  
a los que no lo son. Por esta inmensidad es que el medio virtual se ha presentado como  
productor de “infoxicación”, a la vez que se resalta cierto carácter de “realidad en pantalla”  
(García Manso, 2017: 35). Es importante rescatar que los problemas de validez y confiabili-  
dad (De Sena y Lisdero, 2015) no constituyen un elemento excluyente del método etnográfico  
la Etnografía Virtual no es una mera adaptación de un “viejo” método a un nuevo “campo” de  
estudio, sino una oportunidad de transformar reflexivamente el propio método y replantear  
los supuestos teóricos y epistemológicos que sustentan la relación con lo Técnico (Méndez y  
Aguilar, 2015, p. 78).  
Pese a las dificultades que puede presentar su uso, García Manso (2017) remarca  
cómo una omisión de todo lo que allí sucede sería dejar sin analizar gran parte de fenóme-  
nos sociales, en vista de que las formas de ser, los estilos de vida, diversas prácticas, trámi-  
tes e intercambios se dan hoy día a través de Internet, a partir del uso de diferentes disposi-  
tivos. No obstante, el trabajo etnográfico en entornos virtuales abre una serie de incógnitas  
que son necesarias revisar. Tal es el caso, por ejemplo, de la definición de entorno. ¿Cómo  
es posible identificar un entorno en etnografía virtual? ¿Cuáles son los componentes que  
constituyen un entorno? ¿Hay un entorno en etnografía virtual? Estos y otros interrogantes  
abordamos en el apartado siguiente.  
DEFINICIÓN DEL ENTORNO EN LA ETNOGRAFÍA VIRTUAL  
Este apartado pretende caracterizar el entorno de observación en la aplicación de  
la etnografía virtual. Pues como lo hemos estado advirtiendo, las transformaciones que se  
han dado en el mundo a partir de la incorporación de las nuevas tecnologías, han requerido  
necesariamente una revisión de los modos de observar, una redefinición y readecuación de  
la labor metodológica, así como también de la delimitación del entorno.  
Es posible que en la utilización de otras estrategias la noción de entorno, no adquiera  
(tanta) centralidad, más en el abordaje del mundo virtual, esta noción y su delimitación ad-  
quieren importancia. Esto es así, dado que la arquitectura de los espacios de interacciones  
condiciona, moldea y organiza las mismas, por lo que su descripción, permitirá comprender  
cabalmente los intercambios que allí tengan lugar (Papacharissi, 2009).  
La noción de entorno, tradicionalmente se ha utilizado en educación, para referir a los  
contextos en los que las personas aprenden. Así, los entornos de aprendizaje pueden ser  
de lo más variados: áulicos, el barrio, la esquina de una cuadra, el trabajo, el núcleo fami-  
liar, el grupo de pares, etc. Definirlo permite advertir características culturales, códigos de  
conducta, modos de interacción, formas de organización, etc. De esta manera, el entorno  
en la etnografía Virtual requiere explicitar aquellos espacios/tiempos donde las interacciones  
mediadas por las tecnologías digitales adquieren sentido:  
Las nuevas formas de comunicación permiten nuevas puestas en escena de intereses comu-  
nes. Este escenario es el de Internet, el ciberespacio. Para realizar etnografía convencional es  
necesario identificar un contexto etnográfico. En este sentido debemos tratar al espacio virtual  
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como nuestro contexto de análisis. La etnografía virtual debe tratar al ciberespacio como una  
realidad etnográfica (Domínguez Figaredo, 2007, p. 53).  
Los entornos virtuales constituyen espacios/tiempos donde se dan relaciones e in-  
tercambios, a partir de la conformación de grupos o comunidades virtuales, mediadas por  
la ampliación de las tecnologías digitales que emulan, yuxtaponen y, en algunos casos,  
6
sustituyen el rol de socialización que tradicionalmente han ocupado los terceros lugares  
(Ruiz-Torres, 2008). “Estos nuevos espacios de socialización emergen al calor de intereses  
compartidos, los cuales, aunque en su mayor parte también se comparten en la realidad pre-  
sencial, adquieren un potencial comunicativo y de identificación personal cualitativamente  
diferentes” (Ruiz-Torres, 2008: 124).  
Partimos de dos tipos de entornos: a) donde las interacciones son voluntarias, guia-  
das por una motivación y cierta expectativa de enriquecer sus prácticas, que conducen a los  
sujetos a participar de comunidades virtuales (chats, foros, muros); b) allí donde se dan pro-  
cesos de alguna manera intencionales, las interacciones están diseñadas y serán evalua-  
das, como los entornos y plataformas educativas (Turpo Gerbera, 2008). Además de diferir  
en sus propósitos y modalidades de interacción, cada tipo de entorno presentará diferentes  
grados de dificultad para el ingreso, registro y permanencia.  
Los entornos virtuales para la etnografía, según Ruiz-Torres (2008), constituyen co-  
munidades sin compartir necesariamente un territorio común; la geografía influye pero no  
determina las interacciones; es muy difícil que su ubicación pueda ser representada sobre  
un mapa o plano tradicional; los ritmos de intercambios se modifican dando lugar por ejem-  
plo a conversaciones paralelas, pantallas simultáneas, diálogos caóticos o irrecíprocos, o a  
la masividad de los intercambios; los intercambios no necesariamente poseen una orienta-  
ción común estable y los miembros tienen diferentes grados y compromisos de participa-  
ción; quienes participan pueden ser anónimos y/o con identidades diferentes.  
En este artículo tomamos de las ciencias de la educación la noción de entorno, para alu-  
dir a los espacios/tiempos diversos de interacción, que las personas poseen en la virtualidad.  
es un locus perfectamente simbolizable, donde miles de individuos se buscan, se encuentran,  
entran, salen, se presentan, se conocen, dejan regalos y los reciben, se agradecen, se insultan,  
se lamentan, se despiden enojados o regresan contentos, nada que un contemporáneo Marcel  
Mauss no pudiera reconocer como un lugar de intercambio simbólico (Ruiz-Torres, 2008, p. 126).  
El entorno permite vislumbrar aquellos espacios/tiempos de interacción, y delimitar  
qué se observará en el trabajo etnográfico. Identificar los componentes de los entornos vir-  
tuales nos permitirá ofrecer una visión problematizadora del contexto de observación. Pues  
al igual que en la definición de los entornos en educación, la selección de los componentes  
significativos de los entornos en la etnografía virtual, se encontrará determinada por el obje-  
to de estudio y los objetivos de la investigación.  
En el trabajo investigativo de referencia nos hemos propuesto explorar los modos  
en que las políticas sociales adquieren centralidad en entornos virtuales, ya que estas for-  
mas de intervención estatal se encuentran presentes en los procesos de digitalización de  
la vida en el siglo XXI. En este sentido, la relación entre políticas sociales y ciberespacio  
podría pensarse en relación a ―al menos― 3 ejes: el uso de Internet en los mecanismos  
y modalidades de implementación (entrega de documentación, inscripción, verificación del  
6
“Lugares que sin ser los espacios familiares y de trabajo, son vitales para la socialización, la vida  
pública informal. Así, centros de ocio, iglesias, plazas, parques” (Ruiz-Torres, 2008: 123).  
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cumplimiento de condicionalidades); las relaciones entre sus receptores a través de redes  
sociales: para comunicarse y compartir información y, por último, la exposición en las redes  
de los funcionarios directamente vinculados con las intervenciones (Weinmann y Dettano,  
2020). Pues lo que se ha dado en denominar mundo online y offline, no son realidades se-  
paradas o que se contraponen, sino que son dimensiones constitutivas de la vida social y  
un espacio en donde las intervenciones estatales de atención a la población se despliegan.  
En este contexto hemos definido al entorno de los grupos de Facebook en relación a  
una serie de componentes, que a continuación abordamos en profundidad.  
Diagrama I. Componentes del entorno en etnografía virtual  
Fuente: elaboración propia sobre la base de proceso de investigación.  
Los componentes de un entorno: los grupos de Facebook  
Sobre la base de indagaciones previas advertimos que diferentes interacciones vincula-  
das a las intervenciones estatales habían comenzado a formar parte del mundo virtual, como  
la proliferación de grupos cerrados de personas destinatarias de políticas sociales en la plata-  
forma Facebook. Estos entornos se constituían en un espacio en crecimiento, compuesto por  
diferentes grupos con cientos de miles de miembros, donde se compartían inquietudes, dudas,  
consultas, fotos y experiencias sobre la inscripción, permanencia y cobro de los diferentes  
programas. Estas interacciones resultaban solidarias con algunas cuestiones que veníamos  
observando, en relación a los problemas de inteligibilidad de los programas (Dettano y Chah-  
benderian, 2018), vinculados a las reglas, requisitos y modo de funcionamiento.  
Facebook, permite a sus miembros crear perfiles, con fotos, videos, seleccionar pre-  
ferencias sobre libros, películas, música, añadir información personal y de contacto. Hay di-  
ferentes herramientas para canalizar los modos de interacción: el espacio de notificaciones,  
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que brinda novedades sobre la actividad de los otros y sobre los intercambios con el perfil  
propio (Cantidad de “Me gusta” u otras reacciones); el “muro”, donde se despliegan fotogra-  
fías, comentarios, enlaces, videos, que se comparten con “amigos” y sobre los que cada  
usuario puede reaccionar con los conocidos likes u otras reacciones, puede comentar y tam-  
bién compartir el contenido de los otros en el propio muro (Van Dijck, 2016, Capogrossi et  
al., 2015). Además, los usuarios pueden participar en grupos con distintos niveles de priva-  
cidad, lo que permite, siguiendo las reglas de los administradores, compartir contenidos a la  
vez que se crean y recrean sentidos sobre las prácticas compartidas. Para 2012 Facebook  
contaba con 835 millones de usuarios en todo el mundo (Van Dijck, 2016), en la actualidad  
esa cifra ha ascendido a 2449 millones a enero de 2020 (Mejía Llano, 2020). De acuerdo  
a lo recuperado por Capogrossi et al., (2015), para el año 2013, los argentinos pasaban 22  
horas mensuales online, donde Facebook se vuelve relevante debido a que el 94 % de ese  
tiempo se dedicaba a esta plataforma.  
Para estructurar la labor de observación de un entorno virtual ―en este caso grupos  
de Facebook―, es necesario tomar algunas decisiones sobre el qué de la observación. Tal  
como señalamos en el apartado anterior, el mundo virtual, en tanto escenario, presenta una  
temporalidad distinta y unos flujos e intercambios que suceden independientemente de la pre-  
sencia o mirada del investigador, por lo que plantea algunas cuestiones a la hora de organizar  
7
el registro . Si bien no pueden establecerse reglas de antemano, hay una lista de elementos  
significativos en toda situación social, para dirigir la observación (Selltiz et al., 1970, Valles,  
1999). Como parte de un plan inicial de observación de grupos de FB ―para abordarlo en  
tanto entorno―, hemos delimitado algunos componentes que permiten su identificación.  
Pues antes de adentrarse en las interacciones, comentarios, fotos posteadas y emo-  
ciones expresadas entre personas destinatarias, definir qué se considerará entorno en et-  
nografía virtual es un paso ineludible y requiere de un proceso de explicitación, reflexividad  
y argumentación teórico-metodológica. Dependiendo del modo en que se defina entorno en  
la etnografía virtual, podremos avanzar en lo que sucede al interior de los mismos. Hemos  
identificado al menos dos particularidades que posee la etnografía virtual: en primer lugar, es  
que obliga a explicitar los componentes que definirán o no a un entorno. Es decir, aquellos  
elementos básicos que permiten identificar el qué de la observación. En segundo lugar ―y  
quizás previo al paso anterior―, identificar la plataforma, el medio, sobre el que vamos a  
realizar la etnografía virtual y que sostiene, habilita, configura y se reconfigura el entorno. En  
este sentido, los componentes que definirán un entorno en la plataforma Facebook, no serán  
los mismos que en Twitter, Instagram u otro medio con el que trabajemos.  
Cada plataforma, en función de unos componentes, admiten un tipo de interacciones  
y no otras. Baste mencionar por ejemplo el caso de Instagram y el imperio de la imagen,  
Facebook con la posibilidad de expresar emociones, conformar grupos, etc. o Twitter y sus  
140 caracteres.  
En Facebook nos hemos centrado en el entorno “grupos”. Toda delimitación de los  
grupos de Facebook en tanto entorno, implica, en primer lugar, su 1) denominación o nom-  
bre: son aquellas palabras que quienes administran, moderan y/o participan del grupo han  
seleccionado como identitario. Con este primer componente iniciamos el proceso de bús-  
queda. Se utilizó como motor de búsqueda los nombres de los programas, que en muchos  
casos terminó coincidiendo con la denominación del grupo. La búsqueda se inició con algu-  
7
Registro y observación que permite volver sobre interacciones dadas en “ausencia” simultánea del  
investigador. Las interacciones en los entornos pueden ser recuperadas a partir de los motores de  
búsqueda que ofrecen.  
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nas palabras claves referidas a la nominación de los grupos como, por ejemplo: cobertura  
universal, niñez, cuna, asignaciones, auh, suaf, progresar, auh, ife, Plan Más Vida, Alimen-  
tar, etc. Dentro de las opciones que ofrece la plataforma, recortamos la búsqueda por grupos  
de Facebook, excluyendo publicaciones individuales y páginas. Si bien la denominación de  
los 23 grupos observados se encontró vinculada directamente con los nombres de los pro-  
gramas, también aparecen palabras que aluden a los objetivos de los grupos como “informa-  
ción” “consultas”, así como los nombres de los organismos estatales que implementan las  
prestaciones, como “Anses”. Un elemento distintivo de las denominaciones de los grupos es  
que la mayoría de ellos incorporaron a más de un programa social actual. Por ejemplo, EF7  
“Tarjetas Asignación universal Alimentar y Verde” o EF19 “Todo Anses (Asignación Universal  
por Hijo, suaf, jubilados, etc.)”. La búsqueda de los grupos ha implicado, además, la utiliza-  
ción de la técnica “bola de nieve”. La plataforma Facebook ofrece, a partir de las búsquedas  
realizadas, una serie de sugerencias y recomendaciones de grupos similares.  
El abordaje de los entornos de los grupos de Facebook, implica la identificación de un  
segundo componente su 2) carácter: este se encuentra dado por las opciones que la pla-  
taforma ofrece (público/privado, visible u oculto) y conlleva grados de privacidad, así como  
más o menos filtros para ingresar e interactuar. Los 23 entornos con los que se ha trabajado  
han sido visibles, lo que ha permitido su identificación. Respecto a la privacidad del grupo  
de Facebook, permite identificar si las interacciones que tienen lugar allí, poseen un acceso  
no restringido, permitiendo que miembros y no miembros las visualicen. Es decir, poseen  
un carácter público, lo que le otorga al entorno un perfil no restringido para que quienes no  
forman parte del grupo puedan visualizar interacciones, archivos, información, etc. Otros  
grupos poseen un carácter privado, dado que el acceso a los mismos se encuentra mediado  
8
por alguien que administra el entorno o quien lo modera ; en algunas situaciones implica  
aceptar y acordar previamente con una serie de principios o normas de conductas (como no  
insultar, ni maltratar a quienes participan, etc.) e incluso responder algunas preguntas. De  
los 23 grupos, 17 han sido visibles y privados (por lo que hemos tenido que solicitar permiso  
a quienes administran para nuestra incorporación), y 6 han asumido un carácter público y  
visible. Un tercer componente es 3) utilización de filtros: es decir, si el grupo está o no  
configurado para delimitar previamente qué pueden y no pueden publicar sus miembros.  
Este componente se relaciona también con las reglas de interacción (ver más adelante). Los  
filtros, en tanto componente, establecen si una publicación requiere o no de la aprobación de  
administrador o moderador; en el caso de requerir la misma queda en estado pendiente has-  
ta tanto se acepte o rechace. La publicación bajo esta última opción queda oculta y recién  
aparece como publicado y susceptible de ser visualizada cuando es aceptada. Esta carac-  
terística se encuentra ampliamente extendida en los entornos observados de modo que lo  
que se publica y lo que no, se encuentra fuertemente mediado por quienes administran y/o  
moderan. No sucede lo mismo con los comentarios, ya que una vez iniciada una publicación  
9
los comentarios y/o reacciones que se generen, no poseen filtro alguno .  
El componente 4) descripción: que FB ofrece para todos los grupos de usuarios, no  
cuenta con información en todos los grupos, sin embargo, cuando hay alguna descripción  
se vincula con el objetivo del mismo, detallando el propósito de las interacciones. Dentro de  
las descripciones se explicitan algunos de los objetivos de la configuración del grupo, por  
ejemplo en EF11 “es para ayudarnos entre todas para tener mayor inf.. tambn ser paciente!!  
8
9
Ver componente participantes.  
Esto se da en el caso en que las nuevas publicaciones conserven activados los comentarios; en  
aquellas situaciones que los desactivan no puede realizarse comentario alguno.  
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así todas nos podamos contestar las dudas ”, o en EF1, que establece como descripción:  
Este es un grupo solo de ayuda, no somos oficiales de Anses, ayudamos en lo que pode-  
mos y tratamos de que el grupo crezca en armonía sin discusiones y ayudándonos mutua-  
mente”. Un elemento particular que emerge de las descripciones es la alusión a la ayuda  
como vínculo entre las interacciones, así como también la referencia a comportamientos y  
reglas de conducta (como la armonía, la paciencia, etc.).  
Esto se conecta a su vez con 5) las reglas de interacción: que aparecen especifi-  
cadas en casi todos los grupos. Sobre estas, puede recuperarse lo que Selltiz et al. (1970)  
propone como el ambiente, en relación a la delimitación ―en este caso explícita―, de la  
conducta que se espera o no, cuál es la información que los miembros pueden compartir  
y cuál no, cuál es el trato que se espera tengan entre sí. En este espacio figuran valores y  
emociones esperados a la hora del intercambio de información que convoca la existencia del  
grupo. A la vez que, a partir de las prohibiciones que allí aparecen ya se adelanta algo de lo  
que sucede o ha sucedido al interior de los grupos.  
Por ejemplo, en uno de los grupos trabajados con más de 850 000 miembros en abril  
de 2020, se establecía en cuanto a las reglas: “1 nada de spam Si vas a publicar SPAM. ta-  
rot, vender algo o promocionar mejor no perder tiempo, ya que te bloquearemos al instante;  
2
solo Anses Solo publicaciones temas sobre Anses” EF1. Otro de los entornos con más de  
medio millón de participantes establecía:  
1
Sé amable y cordial para fomentar un entorno agradable debemos tratarnos con respeto.  
Puedes debatir sobre diversos temas siempre que seas cordial con los demás. 2 No publiques  
promociones ni spam. Da más de lo que recibes. En este grupo no se permiten la autopromo-  
ción, el spam ni los enlaces irrelevantes. EF23.  
Estas advertencias exhiben que es posible que no todos los participantes compartan  
los mismos propósitos o que, en dicha participación, también se añadan otros, como vender  
algún producto o servicio. Se hace presente, así ―si bien no es el interés específico de este  
escrito―, el carácter comercial y las opciones de compra-venta, que se mezclan y superpo-  
10  
nen en estos entornos , con los propósitos que explícitamente dan lugar su la existencia.  
Respecto a 6) cantidad de miembros: es una característica central de los entornos.  
Pues nos permite visualizar el número de personas que han accedido a participar de las in-  
teracciones, utilizan la plataforma e incluso consumen las publicaciones, comparten dudas o  
sugerencias y/o intercambian información, pareceres y emociones. Implican desde consultas  
respecto a las fechas de cobro, fotografías sobre inversiones realizadas con el dinero de la po-  
lítica social, emociones como la alegría por un trámite realizado o tristeza, enojo o cansancio  
por las burocracias, dificultades con los bancos o alguna situación que genera desagrado. La  
cantidad de miembros se vuelve un componente significativo, dado que permite identificar ma-  
sividad o no del entorno. De los 23 entornos, el que menos participantes posee es de 15 mil y  
el que más 878 mil. No obstante, este componente en sí mismo no es suficiente, pues necesita  
tensionarse con otro: 7) actividad y actividad promedio: este componente nos indica cuál ha  
sido el flujo de actividad (interacciones, publicaciones, comentarios, nuevos miembros), que  
determinado grupo ha tenido en el día, en promedio y en los últimos 30 días. Este indicador  
10  
Nos referimos a Facebook y grupos de Facebook, así como a redes sociales en general. La utiliza-  
ción de estos entornos con fines comerciales ha implicado la venta de productos industrializados y/o  
artesanales, ofrecimiento de créditos en organismos no bancarios con condiciones de contratación  
dudosas, cobros por la realización y/o gestión de trámites que en principio son gratuitos (como ges-  
tionar un turno, iniciar la inscripción a una política social, etc.).  
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permite reconstruir cuál es la intensidad del intercambio de información del grupo en el día,  
hasta determinado horario; cuál la actividad promedio de ese grupo en términos de interac-  
ciones y cuántos nuevos miembros se han incorporado en los últimos 30 días. De este modo,  
hemos observado que los entornos con más miembros no siempre eran aquellos que tuvieran  
mayor flujo de actividad. Estos componentes de los entornos, deberían tensionarse, al mismo  
tiempo, con el carácter del entorno (si es visible o no, público y/privado) y por los filtros o no  
que impongan moderadores (componentes descritos previamente).  
El flujo de interacciones e intercambios con o sin la utilización de filtros, nos habilita al  
abordaje del siguiente componente: 8) tipo de participantes: la descripción de los tipos de  
participantes delimita quiénes son, qué lazos mantienen, qué nivel de conocimiento existe  
entre ellos, si se conocen o no, así como qué es lo que se sabe de ellos (profesión, sexo,  
edad o lugar de residencia) (Selltiz et al., 1970). El tipo de participantes, se encuentra rela-  
cionado y condicionado por el componente “descripción del grupo”, que explicita el objetivo  
y por ende a sus posibles participantes. Sin embargo, y como hemos visto a partir de las  
reglas de interacción, es posible que entre los participantes haya algunos con otros intere-  
ses, que no son los que convocan al conjunto (vendedores, financieras, tarotistas, etc.). En  
el entorno que estamos definiendo, se admite en principio 3 tipos de participantes, quienes  
administran, moderan y son miembros, cada uno con roles y posibilidades de acción diferen-  
tes. Se encuentra también el generador de conversaciones (identificado con ícono que emu-  
la una taza de café). Quienes administran en los 23 entornos suman un total de 72 personas  
(8 páginas web, 23 varones, 42 mujeres y 1 con perfil no especificado). Las competencias  
según la plataforma Facebook, incluyen:  
Nombrar a otro miembro como administrador o moderador; eliminar a un administrador o mo-  
derador; administrar la configuración del grupo (por ejemplo, cambiar el nombre del grupo, la  
foto de portada o la configuración de privacidad); aprobar o rechazar solicitudes de miembros;  
aprobar o rechazar publicaciones en el grupo; eliminar publicaciones y comentarios de las pu-  
11  
blicaciones; eliminar personas y bloquear su acceso al grupo; fijar o desfijar una publicación .  
Dentro de quienes moderan, se encuentran 66 personas, 64 mujeres y 2 varones. Las  
funciones que Facebook les otorga: “aprobar o rechazar solicitudes de miembros; aprobar o  
rechazar publicaciones en el grupo; eliminar publicaciones y comentarios de las publicacio-  
nes; eliminar personas y bloquear su acceso al grupo; fijar o desfijar una publicación”. Quie-  
nes administran o moderan los grupos, podrían ser catalogados como los gatekeepers de la  
etnografía en entornos virtuales, entendiendo a estos como “Individuos que a veces tienen  
un papel oficial en el contexto y otras veces no, pero de cualquier manera pueden autorizar  
la entrada al ambiente o al menos facilitarla” (Sampieri, Collado y Lucio, 1998: 366). Respec-  
to a los miembros, hemos advertido que son grupos masivos en su conformación con una  
amplitud que abarca desde 878 mil destinatarios hasta 14 611 destinatarios. Cabe destacar  
que los tipos de participantes se relacionan con las reglas de interacción (componente 5),  
dado que quienes administran y moderan encauzan y/o establecen qué se puede y qué no  
hacer en las interacciones.  
El componente, 9) la antigüedad: permite problematizar algunas cuestiones vincula-  
das a la frecuencia y a la duración de las situaciones a observar (Selltiz et al, 1970, Valles,  
1999). Los 23 entornos difieren en cuanto a la antigüedad que presentan. El más antiguo  
fue creado en 2014 y los más recientes en 2020. Sin embargo, los más antiguos no son ne-  
11  
Ver: https://www.facebook.com/help/901690736606156  
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cesariamente los que mayor cantidad de miembros concentran. Por ejemplo, el EF6 posee  
352 584 miembros y su fecha de creación es en el mes de enero de 2020, mientras que el  
EF13, creado 5 años antes (febrero de 2015), posee 126 641 miembros.  
Este componente permite tensionar aspectos vinculados no solo con la creciente ma-  
sividad que presentan, la compleja trama de intervenciones existentes, sino también su  
consolidación en el tiempo, su pervivencia (Dettano, 2020), lo cual se evidencia en que estos  
grupos presentan, al menos, un lustro.  
El último componente 10) imagen de portada: presenta algunas características que  
se repiten en la mayoría de los entornos. Al menos la mitad presentan como imagen de  
portada el logo de Anses, que es el organismo que centraliza, gestiona y financia muchas  
de las intervenciones. También aparecen los logos de los propios programas ―Plan Más  
Vida, progresar, asignación universal por hijo― superpuestos con imágenes de tarjetas de  
débito que permiten efectivizar el cobro. Otros elementos que podrían ser motivo de futuras  
indagaciones son las imágenes de familias, así como de góndolas de supermercados y pro-  
ductos, evidenciando la bancarización, monetarización, mercantilización y familiarización,  
que estas intervenciones han asumido como rasgos de sus diseños y en tanto procesos y  
reconfiguraciones de prácticas, que han materializado y que quedan plasmados en las imá-  
genes elegidas como portadas.  
REFLEXIONES DE CIERRE/APERTURA  
La indagación realizada partió por considerar y explorar los modos en que las políticas  
sociales han ido adquiriendo cada vez mayor centralidad en los entornos virtuales y cómo  
estas formas de intervención estatal se encuentran (muy) presentes en los procesos de di-  
gitalización de la vida en el siglo XXI.  
La presente etnografía virtual persiguió hacer un mapeo de los grupos de destinata-  
rios de programas sociales existentes en Argentina, sus principales características, tamaño,  
frecuencia de las interacciones, reglas, el funcionamiento de la plataforma donde se desplie-  
gan ―en este caso FB―, teniendo como emergente del proceso, la necesidad de delimitar  
la noción de entorno. El despliegue de interacciones en el mundo virtual/digital, ha permitido  
hacer visible ―una vez más― los modos en que la vida en el ciberespacio y fuera de él, no  
constituyen una ruptura o discontinuidad, sino que se superponen, complementan y dialo-  
gan, a la vez que permiten seguir indagando, con diferentes instrumentos, las interacciones  
que los programas sociales suscitan y consolidan.  
La definición del entorno implica un trabajo de identificación y delimitación de sus  
componentes, que hemos considerado como un paso ineludible antes de adentrarse en las  
interacciones, comentarios, fotos posteadas y emociones expresadas entre personas desti-  
natarias al interior de dichos entornos. El entorno en la etnografía virtual, a partir de sus com-  
ponentes, requiere explicitar aquellos espacios/tiempos donde las interacciones mediadas  
por las tecnologías digitales adquieren sentido. Por lo tanto, su definición requiere de una  
labor de explicitación, reflexividad y argumentación teórica metodológica, que en este escri-  
to hemos explorado y delineado. Los componentes delimitados, quizás no son exhaustivos,  
pero sí son excluyentes entre sí y permiten reconstruir las características de un entorno -en  
este caso, uno de FB- y las dinámicas que las interacciones pueden/no pueden adquirir allí.  
Toda investigación, en tanto observación sistemática y planificada de un fenómeno  
de interés, requiere de orden, sistematización y establecimiento de los qué y los cómo. Por  
ello, este trabajo ha perseguido ser una contribución a un “mirar sistemático” en el marco  
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de una sociedad 4.0, en donde los flujos de las interacciones, así como sus superficies de  
inscripción son cada vez más numerosos, extensos y rápidamente cambiantes. A su vez, ha  
contribuido a sentar algunas bases para futuros trabajos que se preocupen en hacer abor-  
dajes similares, ya sea para las políticas sociales o para la etnografía virtual en relación a  
grupos de Facebook. Si bien el esfuerzo reflexivo que aquí se hizo es adaptado a Facebook,  
el mismo se constituye como insumo/indagación para otras investigaciones, como punto  
de partida para definir un entorno (ya sea en Instagram, Twitter, etc.), y la centralidad que  
adquiere uno u otro componente.  
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