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Nº 16, 2021 . eISSN: 2602-8069 - ISSN: 1390-5341 . Páginas: 109-117
A partir de esta década, en Ecuador se sucederían varias dictaduras militares que, buscando limitar la amenaza
de una revolución comunista, en 1964 establecerán la primera Ley de Reforma Agraria, desarticulando la hacien-
da y transitando hacia formas más modernas de capitalismo agrícola (Ayala Mora, 2015c, p. 159). Nace también
el Partido Socialista Revolucionario (PSRE), que busca retomar una posición revolucionaria en el socialismo y la
FENOC (1968); a su vez, surge el Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador (PCMLE), de extracción
maoísta, pero generado por inltrados de la CIA (Ycaza, 1991, pp. 208-210).
Los años setenta estarán marcados por el boom petrolero. Por otra parte, se observará una nueva etapa de
crecimiento de la lucha de los sectores populares. De igual forma, se desarrollará la iglesia social en el país con
un referente en Monseñor Leónidas Proaño (Ayala Mora, 2015c, p. 155) y surgirán organizaciones de izquierda
radical, como el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, bastante activo en los sectores estudiantiles a nales
de los sesenta (Ycaza, 1991, pp. 222-223). Nace también la ECUARUNARI (1972), inspirada en los procesos
de la Teología de la Liberación, que junto con la FEI constituirán frentes unitarios de lucha en el agro (Altmann,
2017, p. 5).
En el plano obrero, las organizaciones sindicales desempeñarán un importante papel en la lucha contra la
dictadura. La CEOSL dará un viraje hacia la izquierda socialista, lo que propicia los primeros ensayos de uni-
cación clasista de las centrales sindicales (Ycaza, 1991, pp. 244-253). Estos intentos se consolidarán tan solo a
partir de la huelga nacional de 1975, donde realmente se aanza el FUT con la participación de la CTE, CEOSL
y CEDOC que, para 1976, se dividiría en CEDOC-CUT con una adscripción socialista y, CEDOC-CLAT,
de índole reaccionaria. Se generó a su vez una segunda huelga nacional unitaria en 1977 (Ycaza, 1991, p. 260);
además, en estos años se funda la UGTE por parte del comunismo pro-chino, y se suscita la masacre del ingenio
Aztra (Ayala Mora, 2015c, pp. 150-163).
La década de los ochenta iniciará con la llegada, tanto de la democracia como de una crisis marcada por el
alto costo de la deuda externa, la inación, la falta de inversión y una alta tasa de desempleo a la que los gobiernos
neoliberales, que marcaron esta década y la consiguiente, buscaron aplacar mediante la aplicación de políticas de
reajuste estructural dictadas por el FMI (Ayala Mora, 2015c, pp. 164-165). Serán además los años protagónicos
de la lucha obrera y del FUT, que desarrollarán 14 huelgas nacionales desde 1981 hasta 1989, así como de un
nuevo desarrollo de los partidos políticos. De entre estos, desde el campo popular podríamos resaltar a los si-
guientes: MPD (1978), el PRE de carácter populista, el FADI (1978) y el reagrupamiento del PSE (1983) (Aya-
la Mora, 2015c, pp. 151-152). Destaca asimismo la resistencia frente al gobierno represivo de Febres Cordero
contra quien se desarrollarán la mitad de las huelgas nacionales, que serán respondidas mediante el asesinato de
trabajadores en el marco de la represión y la prisión de dirigentes sindicales (Ycaza, 1991, pp. 288-296).
Por otra parte, la lucha indígena comenzará un período de fortalecimiento organizativo, que dará sus frutos
en los noventa, creándose la CONFENIAE en el Oriente ecuatoriano, aunque en estricto sentido provenía de
un proceso de largo aliento desarrollado desde 1970 (Confederación de Nacionalidades Indigenas del Ecuador,
1988, p. 54) y, junto a esta, la Coordinación de las Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONACNIE) (Alt-
mann, 2017, p. 11). En 1986 se establecerá también la CONAIE, conciliando las posiciones étnicas y de clase
del movimiento indígena.
La situación de los años 1990 se encuentra marcada por la aguda crisis que vivía el país y la incapacidad de los
Gobiernos neoliberales para manejarla y que, para 1999, había producido ocho millones de pobres, precipitando
a los grupos medios hacia esta situación, mientras que, por el contrario, la riqueza se acumulaba cada vez más,
llegando a un índice del 61.2 % de acumulación (Ayala Mora, 2015c, pp. 165-166). La CONAIE iniciará en esta
década entonces su período más importante de movilizaciones, demandando tierras, una política antineoliberal,
democracia participativa y un Estado plurinacional, lo que impulsó así, la lucha social contra el neoliberalismo
(Altmann, 2017, p. 11). A La par, el decaimiento de la lucha obrera y la falta de legitimidad de los partidos po-
líticos del país (Massal, 2006, pp. 115-117) inuirán en convertir al movimiento indígena y a los movimientos
sociales de los sectores medios urbanos, en los actores fundamentales del campo popular de los noventa. La
CONAIE junto con otras fuerzas sociales, fundarán el Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik en
1996, participando en la política electoral (Altmann, 2017, p. 12) y serán participes del derrocamiento de dos
presidentes en los años 1997 y 2000.
El nuevo milenio estará marcado en sus primeros años por una leve recuperación económica (Ayala Mora,
2015c, pp. 174-175) y una ofensiva neoliberal. El movimiento indígena, los movimientos sociales y ambienta-