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Páginas: 76-85
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https://doi.org/10.29019/tsafiqui.v12i18.999
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Nº 18, 2022
En Ecuador, según datos del año 2019, el 40% de 10039 personas encuestadas a nivel nacional viajaban
dos veces al año dentro del país; mientras que el 32% del total mencionó viajar al menos una vez anualmente a
países extranjeros (MINTUR, 2020). No obstante, con la presencia del nuevo coronavirus más del 54% de los
encuestados dieron a conocer que estarán dispuestos a viajar después del año 2021 y el 15% no ha planicado
viajes a largo ni corto plazo.
En el año 2019 el mundo cambió radicalmente debido a la pandemia provocada por el COVID-19. Sin
embargo, a partir de este virus han surgido algunas variantes. La OMS (2022) denominó una de ellas como
Omicrón, esta es la más reciente y de mayor preocupación actualmente.
Es así que, en el Ecuador se dictaron nuevas restricciones por parte de las autoridades para retener los conta-
gios. El presidente Guillermo Lasso dictó la prohibición de los ingresos a los viajeros que provengan de África,
ya que en ese lugar se detectó el primer caso de la variante mencionada. La apertura con la frontera de Colombia
será por fases y los aforos reducidos al 50% en espacios públicos o eventos (El Universo, 2021). Sin embargo, la
acotación de estas no fue la correcta, pues el 29 de noviembre de 2021 se detectó la presencia de este virus en el
país, provocando nuevas restricciones.
CNN (2021) menciona que el Comité de Operaciones de Emergencia estableció nuevos reglamentos como:
prohibición de ventas de comida y uso permanente de mascarilla. No podrán abrir saunas ni baños turcos. Para
ingresar a entidades del gobierno y lugares públicos las personas de 12 años en adelante deben presentar el carnet
o certicado de vacunación. uedan prohibidos los eventos públicos y privados como bailes, verbenas, almuer-
zos, entre otros. Según El Comercio (2022), las festividades de Navidad y Año Nuevo tuvieron como consecuen-
cia el incremento de focos de contagio, por ende, las medidas dictadas anteriormente se sostienen y la reducción
del aforo en espacios públicos se incrementa a un porcentaje del 75%.
El sector turístico continúa siendo uno de los más perjudicados en la actualidad (Babii y Nadeem, 2021). Una
de las amenazas más grandes es el aumento de la pobreza y la desigualdad en la sociedad (ONU, 2020). Tras el
impacto de la crisis sanitaria por el Covid-19, la demanda de productos y servicios turísticos responsables con la
sociedad y el medio ambiente deberían aumentar (Rivera y Pastor, 2021). Es así que los precios de los paquetes
turísticos ofertados por empresas intermediarias (agencias de viaje, operadores turísticos y mayoristas) no son
económicamente estudiados, sino que se adaptan a la cantidad de demanda existente.
Es por ello que se debe conceptualizar y considerar la ley de la oferta y demanda. Por un lado, la primera
establece que, ante un aumento en el precio de un bien o servicio, la oferta existente va a ser mayor debido a
que presentarán mayores benecios económicos (Jesús, et. al, 2008). Por otro lado, en base a Mankiw (2019),
la ley de la demanda es la relación inversa del anterior, en el sentido que cuando el precio disminuye la cantidad
demandada aumenta.
En el caso del turismo, la demanda se diferencia en aquellos que buscan experiencias nuevas, diferentes e inclusi-
ve con cierto grado de riesgo y los turistas que buscan lo conocido y cotidiano (Hernandéz, 2012). Además, la oferta
ja los precios de acuerdo al grado de competencia y ujo de visitantes (Nicolau, 2011). De esta manera, las em-
presas dentro del sector turístico obtienen ingresos necesarios para cubrir gastos de operación y obtener benecios.
De esta manera, las cantidades ofertadas no siempre son las deseadas en el mercado. Según Mankiw (2015),
la presencia de cantidades menores a la establecida en el punto de equilibrio provoca que el valor para los com-
pradores sea superior al costo de los vendedores; caso contrario, los excedentes de la oferta son mayores a los de
la demanda. Por otro lado, la teoría de Marx (2014) dene al mismo como el producto social que sobrepasa la
necesidad de producción y es apropiada para la clase capitalista. En este contexto, el no tener información de
respaldo para la elaboración de paquetes turísticos desequilibra los precios del mercado.
Es así que el turismo se convierte en un servicio exclusivo y excluyente para los ciudadanos ecuatorianos, en la
mayoría de los casos. Sin embargo, tomando como referencia el informe de rendición de cuentas del año 2019,
los turistas extranjeros cuentan con la capacidad adquisitiva para adquirir los productos, puesto que 1.5 millones
de personas extranjeras ingresaron al país con la nalidad de realizar turismo.
De acuerdo a Freire y Lopéz (2019), los viajeros consideran el precio como un factor determinante al mo-
mento de escoger los destinos. Por lo que los establecimientos turísticos requieren inversión y estrategias ade-
cuadas que les permitan establecer precios competitivos conforme a la restricción presupuestaria de la demanda.
A causa del Covid-19 en el mundo las llegadas internacionales disminuyeron un 56% en los primeros meses
del año 2020 y en mayo del mismo año cayeron en un 98% (ONU, 2020). En Ecuador, el turismo interno fue el